Dos de octubre del 68, no se olvida
María Guadalupe Méndez Correa: Dos de octubre del 68, no se olvida-
Si la historia la escriben los
que ganan, eso quiere decir
que hay otra historia,
la verdadera. Pablo Peisino
Luis González de Alba, maestro, periodista, ensayista y luchador incansable por los derechos de las personas, no deja olvidar el estigma que pesa sobre el gobierno de esos tiempos, por la masacre cometida en 1968 contra el movimiento estudiantil.
El autor fue dirigente del movimiento y sufrió prisión dos años y medio en Lecumberri, desde donde escribió el primero de sus tres libros sobre el tema: “Los días y los años”, que narra, como testigo presencial, lo sucedido ese día que se volvió noche de luto para la historia.
Le seguiría “Otros días y otros años” y el que cerró la trilogía: “Tlatelolco aquella tarde”.
Con exquisita narrativa lleva al lector por un viaje vibrante hacia el interior de su vida en prisión mientras reconstruía con acuciosidad el movimiento estudiantil desde su nacimiento, sus dinámicas internas y su inimaginable crecimiento en 73 días, matizado por las acciones del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, encaminadas a la represión brutal ante la disidencia de los jóvenes estudiantes y líderes que nutrieron e hicieron de aquel movimiento un hito que cambió el rumbo de la vida política y social de nuestro país.
Jóvenes luchando por sus derechos humanos.
“Los días y los años”, 1971, es otro desgarrador testimonio de aquellos líderes que sufrieron y sobrevivieron a la represión social del movimiento estudiantil.
En el 2008 González de Alba publica “Otros días y otros años”, con pláticas sostenidas con su amigo Pepe Mijares en Lecumberri, con una visión que ayuda a desprendernos del radicalismo de activistas insatisfechos.
“Tlatelolco aquella tarde” obra póstuma, testimonia lo sucedido en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco donde masacraron a cientos de estudiantes y personas de todas las edades.
Dice el escritor: Nadie me lo contó y narra, que quisieron culpar a las y los estudiantes de iniciar la balacera. González de Alba estaba en el balcón del tercer piso del Edificio Chihuahua, frente a la Plaza; desde ahí observó cómo las personas huían aterradas ante el cruce de fuego y cómo caían heridas por las balas. Recuerda cómo un soldado no lo torturó, quizá asqueado por tener que lastimar a jóvenes, matarlos y golpeaba la mesa para fingir que apaleaba al “rebelde”.
Meses antes de quitarse la vida, un 2 de octubre del 2016, González de Alba decidió que sus escritos y apuntes efectuados durante su vida en la prisión entre 1968 y 1971 regresaran a Lecumberri, en cuyas instalaciones se encuentra hoy el Archivo General de la Nación.
El dos de octubre no se olvida, Luis González de Alba tampoco.