En el ojo del huracán
María San Felipe: En el ojo del huracán.
Perdóname que te conteste así.
Así de breve,
así de cortante.
Recibir tu mensaje a estas horas de mi vida,
me ha mostrado que sigue lloviendo.
Que la tormenta no ha pasado,
y que sólo estamos en el ojo del huracán.
Sé que todo esto de olvidarte pudo haber
[sido más fácil.
Pude haber deshecho el conjuro,
pero quiero que el recuerdo de lo que fuimos,
[quede intacto.
Que el tiempo y el llanto limpien el dolor,
y sólo quede la memoria de tus ojos,
mirándome como si hubiéramos nacido
para tenernos de frente,
y sólo quedaran tus manos tañendo mi espalda,
cabalgando solitarias mi universo.
Porque fuimos algo hermoso como para borrarlo
con otros labios,
o con otro cuerpo.
Porque fuimos mucho más que algunos meses
compartiendo la cama,
las letras,
y la vida.
Porque a veces,
el amor no se mide en tiempo,
ni en besos;
a veces,
se mide en suspiros,
y en lo que va de aquel noviembre a la fecha,
este amor es más grande que cualquier olvido,
y más fuerte que todo el que haya sentido,
antes de amarte así.
Mi amor,
perdóname que te conteste
así, así de breve;
pero me sigue doliendo que hayas podido
[irte de mí
tan fácilmente,
y que yo,
en lugar de borrarme tus fotos y tirar tus [objetos,
te hice un altar en mi alma,
y sigo rezando para que algún día me hagas
[el milagro
de dejarme de doler