Algunas reflexiones sobre la Nueva Escuela Mexicana
Martín Martínez Erosa: Algunas reflexiones sobre la Nueva Escuela Mexicana.
La Nueva Escuela Mexicana (NEM) es una realidad innegable en el país. Especialmente, después de los procesos electorales, que ratificaron el Proyecto Político, y por ende el de política educativa para los próximos seis años.
El ciclo escolar pasado fue atípico para todos los maestros de educación básica del país. Especialmente porque fue el primer año que se operaron los programas de Estudio de la NEM.
De igual manera atípico, porque por primera vez, al menos, que yo tenga conocimiento, las escuelas tuvieron la posibilidad de contextualizar las realidades que enfrentan, y de manera formal hacer ajustes a los programas, de modo que lo que los estudiantes aprendieran en las aulas fuera significativo en su realidad, transformando los programas nacionales en programas hechos a la medida de las escuelas, mismos que reciben el nombre de programas analíticos.
Nuevos Libros de Texto Gratuitos (LTG) llegaron a las aulas, donde las maestras y los maestros del nivel de primaria abordaron los contenidos por medio de proyectos que integran contenidos de diferentes disciplinas (lo que se conocía como asignaturas).
La cereza del pastel fue que, por primera vez desde que la educación secundaria se convirtió en obligatoria en 1993, la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito (CNLTG) asumió la responsabilidad de imprimir los libros de secundaria. Anteriormente eran diferentes editoriales quienes los elaboraban. Las escuelas seleccionaban los títulos y la CNLTG pagaba a las editoriales los ejemplares que se enviaban a las escuelas. Este proceso podría sonar adecuado, sin embargo, tenía diferentes aristas.
Primero que nada, terminaba siendo un negocio millonario para las editoriales, ya que si bien los libros eran gratuitos para los alumnos, cada ejemplar se pagaba a los precios que las empresas editoras establecían, y no me queda duda que no eran precios especiales ni tampoco era un apostolado para hacer llegar la educación a los niños y adolescentes mexicanos. No tengo las cifras, pero es tan fácil como calcular que cada estudiante recibía en promedio 10 libros. El precio, pues usted con toda confianza verifique los precios de libros en cualquier librería. El ciclo escolar pasado hubo, según el Inegi poco más de seis millones doscientos mil estudiantes. Cada uno con 10 libros, pues calcule la cantidad de dinero que representaba a la industria editorial la impresión de los LTG.
Otra, era la revisión de las opciones de libros que hacían los profesores, con la romántica idea de que seleccionaban aquella que consideraban la mejor para sus alumnos, idea que se terminaba cuando a la escuela llegaban títulos diferentes a los seleccionados. E incluso en varias ocasiones me tocó ver en algunas aulas a alumnos con dos o más títulos de diferentes editoriales, lo que, lejos de ayudar, perjudicaba la labor docente.
Cada que hay un nuevo plan de estudios en el país siempre hay resistencias de los profesores y directivos, y más cuando los cambios son tan profundos como ahora. Pero la NEM tiene bondades, que vale la pena darle el voto de confianza. El tiempo juzgará.