La comedia de las máscaras

Michelle Parra Conde: La comedia de las máscaras.

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Evocando la forma poética en la que algunos somos capaces de ver nuestro presente, nos percatamos de que la vida está llena de un sinfín de emociones que nos mantienen al borde de un abismo de existencia y decisiones, pero, que, al mismo tiempo, nos recuerda la vulnerable figura que emerge de nosotros, aquella que se hace llamar ser humano.

Dentro del guión del ser y no ser, cada quien posee el papel que le corresponde interpretar, y, dentro de esta obra por nombre realidad, ha de cuidarse el hecho de proporcionar el mejor de los desempeños. Pero, ¿hemos sido competentes para darnos cuenta de la versatilidad con la que el ser humano es acreedor de distintas versiones de él mismo?, ¿acaso esto significa que va más allá de lo que debe ser genuino para colocarse, cuando considere, una máscara que le permita tener la mejor de las actuaciones?

Cierto es que en el interior se tienen diversas facetas, algunas celosamente reservadas para conocimiento de unos cuantos, mientras otras tantas se encuentran externas para el deleite ajeno. Sin embargo, debe quedar presente que no es lo mismo tener momentos diferentes a ser completamente diferente en cada momento, en cada entorno y con quien nos rodea, pues esto no significaría ser versátil sino aparentar algo que realmente no somos.

Cada día nos encontramos de pie en un escenario en el que decidimos si vivir con la máscara puesta o mostrar nuestro rostro tal cual es, con buenos y malos momentos, cicatrices y sucesos imborrables, pero, ante todo, reales y transparentes. Aunque, paradójicamente, en el andar la vida se convierte en una comedia que se representa en escena con un sinfín de actores encubiertos con la ansiedad del vivir y obtener cada día más sin siquiera saber en realidad lo que se quiere, sin que exista en su interior la reciprocidad, llenando entonces las mentes externas con ideas de lo que ellos mismos no son, caminando ante los sentimientos ajenos, luchas y espíritus, que al final, por estas acciones, terminan abatidos, llenos de preguntas que tal vez nunca serán respuestas. Antes de ser así y de rozar en una pizca de egoísmo, mejor responde con franqueza: ¿a qué le tienes miedo?, ¿acaso es el temor de escuchar que la vida es lo que se abona para alcanzar lo que se añora?

Las actitudes, el no hablar y actuar con la verdad y traer siempre la máscara puesta provoca que perdamos las mejores escenas de nuestras vidas, aquellas que se van y no regresan, donde pudimos ser protagonistas con finales venturosos, pero en cambio, elegimos permanecer tras bambalinas, víctimas de nuestras tinieblas. Por ello, recuerda que tu historia debe ser la mejor de tus interpretaciones en la que decides qué actores participan en ella, donde no importa cuántas escenas debas llevar a cabo siempre y cuando no dejes de intentarlo, pues al final, la existencia es una comedia en la que terminamos riendo hasta de las tristezas si se decide porque, no hay mejor actor que uno mismo ni mejor vida que tu vida.

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