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Cada mañana, cuando el Sol irrumpe el cielo con su fulgor, sabemos que es tiempo de iniciar una nueva jornada llena de horas que algunas veces parecen interminables, y otras tantas se transforman en instantes que se sienten como el veloz vuelo del colibrí. Es por ello que podemos afirmar que ningún día es igual que otro, y que, al mismo tiempo, está plagado de momentos positivos o negativos, según las circunstancias que los rodeen. Sin embargo, debemos saber que nunca hemos de estar solos y que el poder de una sonrisa fraterna, puede ser la herramienta que rompa las barreras de la propia oscuridad, brindando una sensación de paz que abre paso a nuevos recuerdos, aquellos conformados por vivencias gratas que trascienden en el tiempo.

Entonces, ¿quiénes son capaces de brindarnos tanta felicidad? Aquellas personas que ven la vida como un camino que debe recorrerse con positivismo y armonía, pues para ellas siempre existirán llaves que abran las puertas de lo que parece no tener salida. Y es que son estas mismas personas las que, a través de espejuelos, logran captar lo bello que es la inocencia que todo ser humano posee, dando como resultado, el hecho de que puedan incluso apreciar el mundo entero en donde otros tantos no lo ven, imprimiendo amor y lealtad al acompañarnos y darnos la mano con tanta calidez que nos recuerdan que todos tenemos una misión que cumplir en particular pero que al mismo tiempo, somos iguales dentro de las diferencias que nos caracterizan y que cada detalle nos hace invaluables, por lo que se aprende a no juzgar por la portada, sino por el tesoro que cada quién posee en su corazón.

Las sonrisas se quedan plasmadas en ecos que retumban en la conciencia y que, a la par, nos dotan de chispazos de energía y juventud, de magia y colores nuevos que pintan hasta los follajes más sombríos, que se transforman en plumas que escriben bellos cuentos de hadas en donde todo es posible, en donde nadamos con dragones que al final resultan ser pequeños para la imaginación.

Estas son las personas que nuestro trayecto necesita, las mismas que hacen sentir que las dificultades caben en pequeñas tazas a las que basta darles un pequeño sorbo para volver a respirar. Se debe, entonces, estar atentos para que su luz sea compartida con las almas que se apagan, para que en ellas se encienda un poco de la locura por vivir y las ganas de encontrar la guía de lo que será el destino, sin olvidar que, la sonrisa es la carta de presentación de la esencia humana, el escudo ante la tristeza y el pañuelo ante la decepción, pero al mismo tiempo, es ese abrazo cálido que te transporta al hogar, pero también, es como el centellear de una luciérnaga que, a pesar de ser algo tan sencillo e involuntario, puede transformarse en un faro que se convierta en una fuente de vida que logre encontrar a los que se sientan perdidos para guiarlos con el eco emanado de su risa. 

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