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La principal complicación derivada de que el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) sea estandarte de un solo hombre, radica en que para la definición de la candidatura presidencial no importarán los perfiles, sino los afectos con los que lleguen a la antesala final los suspirantes.

En la ecuación por construir la candidatura ganadora se vale de todo, por ello se ha vuelto común que los tres mosqueteros (Claudia, Marcelo y Adán Augusto) se hagan acompañar en los templetes por cuanto político se deje. En esas grillas, los propios gobernadores juegan sus cartas y coquetean con el candidato o la candidata que pudiera representar los mejores dividendos.

Y hablando de fichajes, el que sorprendió con una contratación de primer nivel fue el flamante secretario de Gobernación, quien sumó al equipo de la dependencia a César Yáñez, ni más ni menos que el eterno compañero de campaña del presidente López Obrador.

César es un hombre que posee todas las confianzas del Ejecutivo, existe entre ambos una gran amistad y ha sido uno de los consejeros más cercanos al Presidente y sus decisiones de gobierno. El otrora jefe de prensa de AMLO tuvo que comer banca por unos años, tras la escandalosa difusión de su boda fifí en una revista de sociales.

Regresa así el hijo pródigo al redil, tras un discreto papel como coordinador general de política y gobierno de la actual administración. El comunicólogo se integró como subsecretario de Gobierno en la Segob y con ello generó una polvareda de asegunes. Las lecturas sobre este movimiento fueron diversas, la más acertada es aquella que reza sobre que, con esa contratación, Adán Augusto dio un gran paso al frente.

Hace un año era innegable que los momios se decantaron por Claudia Sheinbaum, pero la apuesta de Palacio Nacional ha cambiado, la baraja se encuentra más abierta que nunca y la disputa luce que tendrá un cierre de película.

¿Por qué se apoyó tan fuerte a Sheinbaum en un principio para después soltarla a su suerte? Por la simple y sencilla razón de que ella es la más leal a López Obrador, y en caso de tener que bajarla de la candidatura se minimizaba el riesgo de una fractura. Si de algo está seguro AMLO es de que, si Claudia no resulta la candidata, ella no le haría un berrinche ni se iría corriendo a otro partido.

Lo anterior no aplica para Marcelo, en varias ocasiones se ha deslizado la versión de que el canciller mantiene acercamientos plurales con otras fuerzas políticas. ¿Amago o cordialidad?, no lo sabremos hasta que lo escuchemos decir: ¡Sí, señor!

ENTRETELONES

El PRD sobrevive pegado al respirador, la vida artificial se la da la alianza opositora. Quién diría que la izquierda progresista que alguna vez dirigió López Obrador acabaría mendigando votos y exprimiendo una membrecía que está por caducar.

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