|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

En el mundo de la política hemos sido testigos de las más variadas formas que utilizan los partidos para comunicarse con los electores, por ello, existe en el imaginario colectivo un variopinto recuerdo de buenas y malas campañas.

Durante las últimas décadas, en México se ha escenificado el aumento constante y exponencial en la disputa que promueven las diversas fuerzas políticas por ganar terreno en la opinión pública.

Es común escuchar cada vez más que los institutos políticos contratan a expertos internacionales del marketing con miras a posicionarse en el mercado de los votos. Al mismo tiempo, se ha despertado el interés perverso por el uso de campañas abiertamente confrontativas y polarizantes.

¿Qué tipo de campañas son las que merece el electorado mexicano? Lo cierto, es que, de entrada, hay una polémica respecto a los contenidos y la mejor forma de ofrecerlos. Sin embargo, podría identificarse un consenso en el sentido de que padecemos los efectos de un desalmado marketing político que mina la sana convivencia.

La empatía es una habilidad que para la política actual es socorrida solo de un modo utilitario. Ponerse en el lugar del otro, más allá de tratar de entender qué quiere cada colectivo para así darles lo más parecido al objeto del deseo, resulta fundamental en la edificación de una sociedad más justa, democrática y en la que el desarrollo integral de los individuos pueda estar garantizado.

La comunicación contrapuesta que mantienen el oficialismo y la oposición, y que nos llega a diario a través de las distintas plataformas tecnológicas, aporta discordia, insultos, división y rencor a la conversación diaria que hay en las familias, escuelas y centro de trabajo.

¿Qué necesidad tiene la gente de estar escuchando insultos? Ninguna, no hay razón que justifique por qué dentro de las familias tienen que suceder eventos caóticos despertados por ambientes hostiles entre políticos que, como la humedad, pudre la buena convivencia, respeto y unidad preexistentes en la sociedad.

Así de dañinos son los mensajes de odio que se transmiten sin responsabilidad en los medios de comunicación. Así de peligrosas son las llamadas al linchamiento virtual exacerbadas por seudo líderes que sin el menor respeto por sus oyentes disponen de la energía de los ciudadanos para atacar a sus enemigos.

La polarización es un cáncer social que profundiza aún más las desigualdades, suma factores de intolerancia, crea surcos dentro las comunidades y neutraliza la solidaridad innata que existe en los pueblos de nuestra nación.

Digamos NO a los mensajes de odio, no seamos cómplices de la destrucción de la paz y estabilidad social. Digamos SÍ a todo aquello que nos hermana y que permita resolver juntos los problemas. Hay un solo México y es de todas y todos por igual.

Lo más leído

skeleton





skeleton