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¿Habrá alguna posibilidad de que en este 2023 la sociedad mexicana abrace la solidaridad? Ese es el deseo compartido por millones de personas que ven en la innecesaria confrontación que se vive en México un cáncer que corroe a familias y comunidades.

El patrocinio de la insidia viene desde Palacio Nacional, en donde los egos mal curados enarbolan una guerra cuasi moral en contra de todo aquello que no se adecúe a su personalísima visión de hacer las cosas.

La división de las y los mexicanos se debe en gran medida al discurso de odio que antecede a la llegada de Andrés Manuel al poder, ya que, durante una larguísima campaña, el hoy Presidente llevó agua a su molino mediante el uso de la descalificación y la siembra de injurias.

Con el correr de los años, esos sentimientos germinaron en la sociedad mexicana dando paso a la fragmentación de la unidad nacional y la disputa pública por la supremacía ideológica, la cual le ha sido endilgada a la gente por políticos populistas a quienes lo que menos les importa es la solidaridad o la fraternidad.

Aunque pareciera un escenario difícil, cabe destacar que no todo está perdido, ya que ante la imposición de un discurso de confrontación también aparecen en el horizonte una mayor cantidad de voces críticas que ponen en entredicho lo que se quiere vender como la única verdad oficialista.

Para el inicio de este 2023 la tasa de credibilidad de la versión obradorista ha sufrido bajas considerables, hoy los desencantados se suman a las filas de quienes ven con temor la instauración de un régimen autoritario que pone en riesgo libertades y derechos consagrados. Las cejas alzadas no son minoría, las hay entre propios y extraños que ponen sus barbas a remojar ante las constantes violaciones legales.

El cuento de que al actual mandatario se le perdona todo porque, ante todo, tiene buenas intenciones, se desmorona junto a la alta expectativa de cambio que abanderó el tabasqueño y que no soportó ni medio sexenio. Con la economía y la seguridad pendiendo de un hilo, la fábrica de distractores trabaja a marchas forzadas para cumplir con las entregas diarias.

Mientras tanto, y para bien de todos, al país lo respalda un pueblo compuesto de hombres y mujeres forjados en el trabajo, en el esfuerzo y las ganas de salir adelante. A esos ciudadanos son a los mismos que se les ve con el rostro desencajado cada que se conoce un nuevo chistecito inventado por el Gobierno.

A la gente que una vez votó por la cuatroté se le ve más convencida de dar un golpe de timón. Si en las altas estructuras del poder piensan que las becas y pensiones se traducen directamente en votos, no vaya a ser que se lleven una sorpresa desagradable al ver que no les salen las cuentas. Al tiempo.

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