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Se avecina la temporada de chapulines donde los protagonistas serán los políticos acomodaticios que, sin importar el partido al que pertenezcan, se moverán al ritmo que les toque Morena.

Gobernadores, legisladores y presidentes municipales de oposición se ven cada vez más cómodos con los guiños que les envían desde las trincheras guindas. Los coqueteos son un arma de doble filo que puede causar daños considerables, pero con la cual, también, habrá quienes se saquen la lotería.

Los llamados bastiones de la oposición, entre los que se encuentran el Estado de México, Querétaro y Yucatán, se convirtieron en reductos geográficos de lo que alguna vez fue el poderío de partidos como el PRI o el PAN. Estas emblemáticas entidades hoy simplemente se tambalean ante el avance de Morena.

Aquí vale la pena una aclaración: no es que la fuerza del partido obradorista sea omnipresente, lo que pasa es que ese instituto político se ha convertido en la bisagra para que, en la disputa por las candidaturas locales, algunos dolidos amaguen con cambiar de bando y jugar así con la idea de ruptura.

En la negociación política a nadie debería sorprender que los dulces ofrecidos por Palacio Nacional hagan que a más de uno se le desdibuje la lealtad de grupo y la militancia. Cualquiera corre el riesgo de que le lleguen al precio, no importa si se es gobernador, senador, diputado o alcalde.

Las mediciones personalísimas harán que la balanza se incline a favor de defender a ultranza una ideología con la que ha comulgado toda la vida o que, de la noche a la mañana, cambien de bando para perpetuarse en el poder... aunque sea vistiendo la casaca de Morena.

Uno de los grandes costos a nivel local será la rendición anticipada de las estructuras de oposición frente al embate del poder central. El intercambio de favores entre el obradorismo y aquellos políticos de militancia distraída abrirá la puerta a campañas de brazos caídos en los que se le entregará la plaza sin la menor resistencia al partido del Presidente.

Ante tal escenario, las dirigencias nacionales tienen poco o nada por hacer ya que las circunstancias ponen a sus cuadros estatales en posiciones superiores de negociación unilateral que nulifica la influencia que pudieran tener los Comités Directivos Nacionales.

La política local de oposición vive un momento clave pues decidirá en los próximos meses, por cuenta propia, cuál será su destino. En frente tendrá a un poder avasallador que les ofrecerá de todo con la única condición de traicionar sus ideales. ¿Quiénes sucumbirán? El tiempo lo dirá.

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