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La sociedad mexicana vive, al igual que el resto de las naciones, situaciones convulsas y disruptivas que afectan la forma en la que las personas interactúan a diario. Por ello, pretender erradicar lo inevitable sólo resultará en una pérdida de tiempo.

Algunos de estos fenómenos tienen que ver con nuevos modelos de organización, tales como la tendencia actual al teletrabajo y/o formas alternativas de expresión cultural, en las que, los ritos que durante décadas fueron intolerables ahora acaparan la atención de millones de espectadores.

El mundo vive momentos clave, por ejemplo, aquellas legislaciones que abren la puerta a personas que defienden variables relacionadas con la identidad de género, las cuales sorprenden a muchos, pero que, sin embargo, avanzan con paso firme en varias latitudes.

Las leyes responden (o así debieran hacerlo) a la realidad y contexto particular de cada país, aunque hay tendencias que por más que algunos quieran negarlo alcanzarán tarde o temprano a cubrir todo el globo.

Los debates en torno a las personas no binarias han acaparado la atención de la gente sin importar condiciones sociales, económicas y/o culturales. Escuchar la palabra “elle” ya no es una moda si no el eco de la evolución social.

Existen argumentos a favor y en contra, partidarios que impulsan a toda costa el reconocimiento de derechos frente a los férreos opositores dispuestos a no ceder un ápice del terreno.

En medio de esta guerra bañada de ideología, agresión e intolerancia, la verdad que asoma por sobre todas las cosas es que la realidad avanza a gran velocidad y a muchos les cuesta trabajo seguirle el paso.

Las personas no binarias forman parte de la esfera pública y no hay nadie que pueda evitarlo, ya que se explica por una reconfiguración sociocultural que está lejos de ser sólo una moda. La adaptación de los ritos y costumbres, de las leyes y ordenamientos, e incluso, de la educación, la religión y del imaginario colectivo, se dirigirá por decantación hacia aquellos escenarios en donde la sociedad encuentre equilibrios naturales.

La irrupción de la agenda de género es un recordatorio más sobre todos aquellos cambios que la humanidad ha experimentado en su historia y que a pesar de los álgidos problemas, el mundo asimiló y pudo seguir avanzando.

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