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¿Qué es lo que aprendimos de la pandemia de Covid-19? Acaso, ¿ésta cambió algo la forma en que ahora vemos nuestras vidas? La pregunta anterior, aunque obvia, es un llamado a la reflexión sobre lo que cada uno, en el ámbito personal, ha modificado para bien en su día a día.

Saberse vulnerables ante un enemigo silencioso e invisible impactó no sólo en la salud física de las personas sino en la mental. Al respecto, son incontables los dolorosos relatos que mermaron el ánimo del mundo entero, al igual que las anécdotas de sobrevivencia, aplomo y determinación para salir adelante.

Sin embargo, con el tiempo de por medio, qué tanto hemos olvidado lo que significó el haber podido seguir con nuestras vidas. Desgraciadamente, las lecciones de un evento tan determinante como lo fue el coronavirus se desvanecen y olvidan.

Para los que vivimos en carne propia los síntomas de la enfermedad, queda claro que el miedo era un compañero constante. Recordar lo que sentimos y pensamos durante los días en los que el virus se hospedó en nuestro ser, debiera ser impulso suficiente para corregir y replantearnos algunas cosas.

Partamos de la idea de que el Covid-19 fue un exterminador mundial que no discriminó raza, cultura o posición social y que, los que hoy estamos aquí, logramos salir avante gracias a vacunas, cuidados, protocolos de limpieza e, incluso, suerte. Pero ¿qué pasaría si no hubiese sido así?

Hay una vida antes y después del Covid-19, por la simple y sencilla razón de que pudimos ya no estar aquí… Y, sin embargo, aquí estamos. La vida debe celebrarse por el hecho de comprobar que es tan endeble y, además, porque tras el paso de la mortífera enfermedad, los planes, objetivos y metas seguro sufrieron modificaciones.

De seguir igual, como si nada hubiera pasado, significaría que no aprendimos la lección. Aquí viene a colación la forma en la que cada uno puede rencausar sus días ante el mortífero recordatorio que nos trajo un día un virus llamado Covid-19.

Vendrán peores enfermedades en el futuro, enemigos que sorprenderán a un mundo en donde mucha gente navega en un mar de crisis, desesperación y frustración multifactorial. No sólo se puede vivir del presente, de nuestro lado está el pasado, para recordarnos que las oportunidades son finitas y que los finales pueden ocurrir de la noche a la mañana.

Seamos conscientes de lo vulnerables que somos, no sólo en medio de una catástrofe de salud como la del coronavirus, abracemos los grandes aprendizajes que nos dejan las tragedias y no olvidemos, porque olvidar sugiere avanzar sin brújula.

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