Xóchitl y el canto de la chachalaca
Miguel Ángel Sosa: Xóchitl y el canto de la chachalaca.
Para sumar a la polarización que se vive en el país, en el corto plazo los mexicanos tendrán que elegir entre dos opciones políticas (nada más). Si usted está a favor del Gobierno que encabeza el presidente López Obrador, lo esperado es que se decante por la “corcholata” que salga beneficiada por la unción de Palacio Nacional; por el contrario, si usted no se siente cómodo en ese bando, pues no le va a quedar de otra que apoyar a Xóchitl Gálvez.
Y digo que no le va a quedar de otra porque, aunque los naranjas avienten a alguien al ruedo, el arrastre de Movimiento Ciudadano resulta raquítico a escala nacional. De hecho, es bien sabido que el hecho de no sumarse al Frente Amplio por México es una perversa estrategia de Dante Delgado y compañía para hacerle la chamba sucia al Gobierno, pues con ello divide aún más a la oposición.
Pero ¿qué pasa si a usted no le convence Xóchitl Gálvez?, lamento decirle que tal como pintan las cosas, no habrá alguna opción más competitiva en la boleta para hacerle frente a la “corcholata” oficial. Ante la candidatura de Morena, la cual, contará con todo el apoyo de la estructura gubernamental, la única oportunidad para la oposición era la de ir todos juntos, lo cual, aún no queda claro si se logró o no.
No son pocos los que piensan que dentro de ese frente de compadres hay más traidores que en una mesa de póker. Una cosa es aparentar abrazos para la foto y otra muy distinta, sumar esfuerzos de verdad. Las tentaciones estarán a la orden del día, sobre todo para el PRI y su peculiar dirigente. No se sorprenda si de pronto aparecen también brazos caídos en el propio PAN, en donde, por cierto, hay grupos que no aprueban del todo a la hidalguense.
El gran reto para la candidatura de Xóchitl Gálvez es el de unir las conciencias de todos los mexicanos que no se sienten representados por el obradorismo, situación que no se vislumbra sencilla, sobre todo si se toma en cuenta que más allá de los círculos altamente politizados, la penetración de su discurso no ha sido la más efectiva.
Xóchitl ha contado con la ventaja de que cualquier ataque del presidente López Obrador en su contra la fortalece, aunque tales empujones involuntarios también la han hecho mostrar cartas que no necesariamente encantan al público en general. Acuérdense de cómo le fue a alguien con aquello de “Cállate chachalaca”.
La campaña de Xóchitl, a la cual varios analistas han calificado como novedosa, irreverente y disruptiva, corre el riesgo de quedarse como el claro ejemplo de una llamarada de petate. Nadie duda de la capacidad de la candidata ungida por la oposición institucionalizada, más no necesariamente de La Oposición (con mayúsculas), pero aún existen muchas dudas sobre si es ella la figura idónea para pelearle la silla al Gobierno que ha amasado más poder en la época moderna de México.