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En la actualidad diversas prácticas se han vuelto comunes en nuestras vidas, sin embargo, estas pueden ir en detrimento de nuestra forma de pensar y relacionarnos con el mundo. A continuación, abordo algunas de estas costumbres y cómo podríamos enfrentarlas de manera distinta.

Una práctica muy extendida es pasar gran parte del día usando dispositivos móviles y redes sociales. Si bien estas herramientas pueden educar y entretener, en exceso nos alejan de la experiencia directa de lo que nos rodea. Procurar desconectarnos para admirar la naturaleza o interactuar con otros nos mantendrá mentalmente flexibles.

Otra tendencia es consumir pasivamente contenidos audiovisuales. Aunque entretienen, estos nos vuelven espectadores en lugar de participantes activos. Busquemos actividades creativas como música, arte o deporte que estimulen nuestro pensamiento.

También tendemos a vivir demasiado rápido, saltando de tarea en tarea sin dedicar tiempo a profundizar. Tomar pausas para reflexionar sobre lo cotidiano nos permite valorar detalles que de otro modo pasarían desapercibidos.

Otra práctica dañina es depender en exceso de las opiniones de otros en lugar de forjar las propias. Nada nos enriquece más que pensar de manera independiente con respecto a visiones diversas.

Asimismo, a veces preferimos respuestas apresuradas en lugar de cultivar la duda y el pensamiento crítico. Dejémonos sorprender por lo que ignoramos en vez de creer saberlo todo.

También nos distraemos con trivialidades en vez de apreciar discusiones estimulantes. Busquemos conversaciones que amplíen nuestra visión del mundo.

Hay quien prefiere criticar ideas ajenas que proponer las propias de manera constructiva. Seamos generadores de ideas más que detractores de las ideas de los demás.

Otra costumbre dañina es la desconexión de la comunidad local. Involucrarnos con causas comunes nos reconecta con un propósito mayor.

También nos dominan los estereotipos en lugar de valorar las individualidades. Busquemos entender otras realidades más allá de prejuicios.

Finalmente, a veces olvidamos disfrutar del presente enfocándonos demasiado en lo material. Atesoremos las pequeñas alegrías que nos da cada día.

Es clave que tomemos conciencia de cómo ciertas costumbres pueden influir en nuestra mente y relaciones.

Al observar detenidamente los actos cotidianos, seguramente descubriremos áreas de oportunidad para enfocar nuestra atención hacia aquello que realmente nos apasiona y enriquece como personas.

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