La cerámica: un arte maya que nos vincula con nuestro pasado (y II)
Miguel Güémez Pineda: La cerámica: un arte maya que nos vincula con nuestro pasado (y II)
La cerámica y/o alfarería se remonta a miles de años atrás, y es una forma primitiva de expresión utilitaria y artística de los grupos humanos. La cerámica fue un importante símbolo de identidad cultural mesoamericana. Por ejemplo, los mayas desarrollaron sofisticadas técnicas en la cerámica policroma, sin paralelo en ninguna otra cultura del mundo. Fray Diego de Landa destaca en su Relación de las cosas de Yucatán (1566) la práctica de la alfarería y la existencia de indios artesanos del barro (ah-patul); si hacían ollas (ah-pat kuum) y ah-pat p’úul si era cantarero.
En la zona de Maní y Tekax se le llegó a conocer como ahpotom al alfarero u ollero. Ahchuen se le llamaba al artífice oficial de algún arte (pintura, escultura o cerámica) y ahchuen k’at si éste era diestro en el manejo del barro. K’awil era el nombre de muchacho joven, artesano, y quizá fue un título de ocupación en tiempos precoloniales. Estas referencias nos llevan a distinguir entre los ceramistas, que creaban obras artísticas de gran complejidad y belleza, como los que existieron durante el periodo clásico, y los alfareros que producían enseres domésticos de uso cotidiano.
Las piezas cerámicas elaboradas de barro o k’at eran de una amplia variedad. La visita a un museo maya nos puede dar idea de esa diversidad de enseres o utensilios y los usos que le daban en la antigüedad, aunque los textos de las exposiciones sólo indican en español los nombres de las piezas. Fuentes y diccionarios mayas del periodo colonial, hasta principios del siglo XX, nos proporcionan sus nombres: ch’ooy k’at, por ejemplo, era el cubo de barro para sacar agua. El genérico de plato o tazón de barro en el que se comía era lak, pero si éste era pequeño y de poco fondo se denominaba ch’ob lak. Hoy día, lak es el genérico de trasto de barro (plato, vasija, cajete o taza) que se usa en ceremonias de los días de difuntos o en rituales agropecuarios.
Con las voces káat o káatil se nombraba una diversidad de recipientes de cocina, sean o no de barro: olla para cocinar; apaste o cacerola con asas, tinajuela o tinaja para almacenar y refrescar el agua; káatil era una especie de olla de boca ancha para hacer atole, también conocida como [u] k’atilsa’. Si estos recipientes eran tallados de madera (káat che’), o labrados de una pieza de piedra (káatil tuunich).
K’atkuum era la olla de barro empleada para cocinar; xamach, el comal de barro en que se cocían tortillas, que en la época contemporánea fue sustituido por el comal metálico; k’atchúuh, botija (vasija mediana, alargada o redonda y de cuello corto y angosto); p’uul, cántaro. Kuts kab era la jofaina fuerte de barro con asas, y p’uulut, el incensario o sahumerio, elemento imprescindible en las ceremonias. A las estatuillas o ídolos de barro se les llamaba patbil k’at.
En el sur de Yucatán, Ticul y Muna son dos centros alfareros por excelencia, donde podemos hallar talleres con familias de artesanos que rescatan añejas técnicas, materiales y pinturas para crear o reproducir piezas de cerámica maya (ceremoniales y suntuarias) de exquisita manufactura: platos y vasos polícromos, incensarios, figurillas diversas de animales y personajes mayas, y máscaras que tienen un amplio significado relacionado con el hombre y las deidades.