Educación, camino firme hacia la paz y el desarrollo

Miguel Óscar Sabido Santana: Educación, camino firme hacia la paz y el desarrollo.

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Mañana, 24 de enero, se conmemora el Día Internacional de la Educación, instituido por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, por el importante papel que la enseñanza tiene en la formación de la niñez, así como para la paz y el desarrollo social.

Niñas y niños inician su aprendizaje desde muy pequeños; hay quienes afirman que desde el vientre materno empiezan a identificar las voces de los padres. Aumentan sus habilidades en el aprendizaje, conforme avanzan en la edad.

La ONU considera que niñas y niños tienen en la educación un instrumento no sólo para salir de la pobreza, sino un camino seguro para alcanzar un futuro halagüeño, sin engrosar los 262 millones de niños, niñas y jóvenes que no tienen oportunidad de ir a la escuela. Hay 617 millones que no pueden leer ni hacer cálculos elementales.

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible reconoció que la educación es primordial para lograr sus 17 objetivos, que también imponen a los estados miembros de la ONU lograr que niñas y niños completen la educación primaria y secundaria gratuita para el año 2030.

Lamentablemente, México tiene más de 4 millones de niños, niñas y adolescentes que no asisten a la escuela, y más de 600 mil podrían dejar de estudiar por diversos motivos, pero el principal puede ser la falta de recursos, amén de la lejanía de las escuelas en algunos casos y la violencia que impera en algunas entidades del país.

Otra brecha que hay que cerrar es la que afecta a niñas, niños y adolescentes indígenas que tienen más dificultades y menor acceso a la educación que el resto de sus símiles. Da tristeza pensar que sólo uno de cada 10 adolescentes hablantes de una lengua indígena y no español asiste a la escuela, contra hablantes de español, 7 de cada 10, que sí van a las aulas, aunque difícilmente concluyen la enseñanza escolar.

Mientras el Estado mexicano hace el mayor de sus esfuerzos para mejorar la educación en el país, es preciso entender, y lo he comentado en otras ocasiones, que la niñez mexicana y de todas partes del mundo tiene en sus hogares a las y los mejores maestros: sus padres. Pero es preciso que esos padres hayan recibido una educación de calidad, tanto en las aulas como en sus propios hogares, para hacerles conocer a sus descendientes los valores que se requieren para ser personas justas, para replicar con el buen ejemplo lo que se requiere para ponerse al servicio de la paz y el progreso del país.

Si niñas y niños reciben la educación del buen ejemplo que les dan sus padres, difícilmente serán proclives a la disipación, vicios y conflictos, y caminaremos con firmeza hacia la paz y el desarrollo.

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