Certezas, construyamos con ellas un mejor futuro
Raúl Asís Monforte González: Certezas, construyamos con ellas un mejor futuro.
La semana pasada hablé en esta columna de la incertidumbre que parece adueñarse de este mundo moderno y de la necesidad de construir optimismo para vencerla. Hoy hablaremos de las certezas a las que podemos asirnos para orientar nuestra estrategia y decisiones.
Pronósticos de la Organización de las Naciones Unidas estiman que en 2030 la población mundial podría llegar a ocho mil seiscientos millones de personas, siendo el grupo de los adultos mayores (65+) el de más rápido crecimiento, alcanzando la cifra de mil millones. La cantidad de personas en pobreza extrema continúa disminuyendo, pero un gran porcentaje de la nueva riqueza sigue acumulándose hasta lo más alto de la pirámide.
Dos tercios de la población mundial habitará en zonas urbanas para ese entonces, se crearán más mega ciudades al igual que pequeñas y medianas metrópolis y en las más atractivas de ellas el costo de la vida aumentará. Serán necesarios más edificios con mejores tecnologías de gestión que incluyan big data e inteligencia artificial para hacer su operación más eficiente. Será necesario mover más comida desde donde se produce hasta donde nos la comemos.
El mundo será radicalmente más abierto a la transparencia y menos privado sin importar si lo deseamos o lo permitimos. La cantidad de información que se recolecta de las personas y de las organizaciones crecerá exponencialmente y será sometida a herramientas de análisis que mejorarán sustancialmente la toma de decisiones, pero a costa de nuestra privacidad.
La crisis climática continuará su avance rápida, dramática y peligrosamente, normalizando los eventos extremos del tiempo en todos los rincones del planeta. El IPCC ha dejado bien claro lo crucial que resulta mantener el calentamiento por debajo de 1.5 grados Celsius, lo cual no sucederá aún si todos los países del mundo cumplieran con sus compromisos actuales dentro del Acuerdo de París.
Existirá aún más presión generada por la escasez y restricciones de todo tipo de recursos, siendo uno de los más críticos el agua. Necesitaremos transitar más rápidamente a la adopción de modelos de economía circular, reutilización y reciclaje.
Hoy, más del noventa por ciento de la adición de nueva capacidad de generación de electricidad ya proviene de fuentes limpias y renovables, pero aún hace falta una transformación profunda de las redes de transmisión y distribución eléctrica, de sus modelos de gestión, de las vías de comunicación y de cómo construimos y gestionamos la operación de los edificios para hacerlos carbono neutrales. En 2030 un alto porcentaje de los vehículos en las calles serán eléctricos o híbridos enchufables.
Seremos testigos de importantes saltos tecnológicos. Cada nuevo aparato estará interconectado. El internet de las cosas, la inteligencia artificial y el aprendizaje de las máquinas, organizarán y manipularán nuestras vidas mucho más de lo que ya lo hacen hoy.
La política será más globalizada y también, eso espero, más colaborativa, especialmente para abordar los grandes desafíos como el cambio climático, las presiones sobre los recursos, la migración masiva, la pobreza y la desigualdad. El populismo, el nacionalismo y el radicalismo podrían disminuir, aunque ya habrán causado en muchas regiones del mundo, un daño que será costoso y difícil de reparar.
¿Qué hacer con estas certezas?
El cambio climático es la más grande amenaza que la humanidad ha enfrentado jamás, así que hay que involucrar y comprometer a todos en la esfera de nuestros negocios: colaboradores, clientes, proveedores, haciendo notar la responsabilidad moral que tenemos de reducir el daño tanto como sea posible. Los problemas ocasionados por el clima y la importancia de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero tienen que estar presentes en la comunicación corporativa y en la narrativa comercial, pero lo más importante, debe ser real.
Las empresas necesitan considerar aún más de lo que hoy lo hacen, los aspectos humanos de los negocios. Los avances tecnológicos imponen el riesgo de deshumanizar los entornos laborales y profesionales. Los líderes empresariales tenemos que reflexionar acerca de lo que estos cambios significan para las personas que colaboran en nuestras compañías, sus cadenas de valor, y las comunidades en las que impactamos.
Adoptar la transparencia no es opcional, las nuevas generaciones demandan mayor apertura de las empresas de las que adquieren productos o para las cuales trabajan, y lo hacen con mucha firmeza.
En 2030 los primeros millennials estarán empezando a cumplir cincuenta, la mayor parte de la fuerza laboral estará compuesta por la generación Z, hay que escucharlos y comprender cuáles son sus valores y sus prioridades.
Nuestras elecciones de hoy, ya sean individuales o a través de nuestras organizaciones e instituciones, perfilarán el futuro. Las empresas, en especial, ejercen una gran influencia en definir hacia dónde se dirige el mundo.
Los empleados, clientes e inversionistas cada vez demandan que los negocios desempeñen un papel más positivo. Asegurémonos de elegir un futuro más próspero y mejor, trabajemos proactivamente para alcanzarlo.