Mucho que aprender de ese joven hiperactivo, el Sol

Raúl Asís Monforte González: Mucho que aprender de ese joven hiperactivo, el Sol.

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Con sus aproximadamente 4.6 mil millones de años de existencia, el Sol se considera una estrella de mediana edad que pasa por esa etapa que puede calificarse como la más estable y productiva. Las estrellas como el Sol pueden durar alrededor de 10 mil millones de años en total antes de agotar su suministro de hidrógeno y entrar en las etapas finales de su vida, como gigante roja y eventualmente una enana blanca.

Es responsable de casi todo lo que ocurre en la Tierra, de hecho, es la causa de que exista la vida en este planeta que todos habitamos, ya que la radiación que envía y nos llega a través del espacio, en combinación con muchos otros factores, permite un clima que es apto para la presencia de agua en estado líquido y por lo tanto apto para la existencia de vida en sus muy diversas formas. Nos proporciona toda la energía, incluso sobradamente, que es necesaria para que todos los procesos naturales se lleven a cabo y contemos con alimento, cobijo y satisfacción de nuestras necesidades como seres humanos.

Asimismo, puede tener episodios de intensa actividad. En términos solares, estos episodios se manifiestan a través de fenómenos como las Eyecciones de Masa Coronal (CME’s) y las erupciones solares. Cuando el Sol está particularmente activo, puede provocar una serie de eventos que impactan tanto el clima espacial como las infraestructuras tecnológicas en la Tierra. La hiperactividad de este joven adulto, es lo que ha causado en recientes días fenómenos como las auroras boreales en sitios más al sur de lo normal, pero también está modificando las temperaturas haciéndolas inusualmente altas y que se mantengan así por períodos prolongados de tiempo. Hoy han dicho algunos expertos que se espera una intensificación de este efecto por al menos las próximas dos o tres semanas, y que los termómetros de todo el mundo alcanzarán niveles récord.

Las CME’s son explosiones masivas de plasma y campos magnéticos que se expulsan desde la corona solar y viajan a través del espacio. Cuando una CME llega a la Tierra puede interactuar con la magnetosfera, la región del espacio dominada por el campo magnético terrestre. Esta interacción puede desencadenar tormentas geomagnéticas que tienen el potencial de afectar gravemente las redes eléctricas, los sistemas de comunicación por satélite y otras infraestructuras tecnológicas. Estas corrientes geomagnéticas inducidas pueden sobrecargar los transformadores y otros componentes de la red, provocando apagones extensos. Para mitigar estos efectos, es esencial construir una infraestructura resiliente y adoptar medidas proactivas. Invertir mucho en mejorar las capacidades de resistencia y adaptación de los sistemas a cambios súbitos y de gran magnitud en el entorno. Pero sobretodo, es esencial aprender cada día más de todas las sorpresas y misterios que aún tiene reservados ese joven hiperactivo que reina en nuestro sistema planetario.

La cooperación internacional es crucial. El intercambio de datos y conocimientos entre países puede mejorar la capacidad global para predecir y mitigar los efectos del clima espacial. Las organizaciones como la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA) ya están colaborando en este campo, y la participación de más países puede fortalecer estas iniciativas para asegurar que nuestras sociedades continúen funcionando de manera eficiente y segura frente a la actividad solar inusual.

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