|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

La pandemia de Covid-19 ha marcado los avatares de este nuevo milenio. Sin embargo, ante todo estrago, es a veces maravilloso ver como también ha sacado giros y reveses positivos para artistas y gente que ha encontrado en la adversidad una catarsis de estimulación. Ese se podría decir que es el caso del artista Manolo Taure, quien se define cómo un ciudadano del mundo que por accidente nació en Cataluña, pero ha vivido y trabajado en Yucatán por casi tres lustros.

Todos estos años germinaron y cocinaron el caldo que sin saber Manolo iba a decantar en los últimos tres años. Como diría Jack el destripador: “Vámonos por partes”. Manolo durante la pandemia se vio forzado a dejar su antiguo estudio después de que el lugar donde habitaban sus creaciones se inundó en los aguaceros que transcurrieron del 2019 al 2020. Posterior a esto, hubo una época de reacomodo para paso seguido establecer la Graphic Bakery. Taller de grabado, estampa y artes visuales ubicado en el barrio de García Ginerés (Mérida, Yucatán). Ahí, Manolo trabaja varias técnicas al unísono. En compañía de su heroico compañero de vida: Don. Un gato blanco que mira de reojo a quienes visitan la Graphic…

El taller es un espacio sobresaliente. Con techos altos llenos de luz reciben de forma apolínea hasta al más oscuro. En los muros se desplazan perfectamente curados la obra de Manolo y de algún que otro amigo de él. Todo tiene una lógica parsimonia mas no sistemática. Los pasteles de las esquinas es una de las series nuevas en las que el artista está reencontrando la visión nueva de aquel Mérida que vio por primera vez hace más de una década. Me siento completamente identificado con esto. Dado que yo mismo que nací en esta ciudad cada vez que regreso me veo enamorado y atrapado en el minimalismo a veces derruido de algunas esquinas del centro de la ciudad. Fachadas en dos colores. Ángulos que narran lo mestizo y todavía lejos de la gentrificación. Con un ligero aire que me lleva a pensar que Edward Hopper—el pintor estadounidense—mira con deleite desde el cielo esta ciudad.

Así, con esquinas que podrían ser piernas, túneles humanos y muchas otras cosas más. Estos pasteles atrapan la mirada de quien las vea. Acto seguido está la serie de los estampados en papel de baño. Haciendo una crítica a todos los episodios patéticos y tragicómicos por los que hemos pasado. Ahí, personajes construidos por Manolo brindan con la cara tapada de mascarillas. Las vacunas son probadas como tiro al blanco y un largo etcétera. Todo en papel higiénico. Sí señor. Otra serie maravillosa con elementos que en otra latitud serían mundanos. Pero tal como Proust, Manolo le saca provecho hasta las tazas. Al grado que mi esposa y yo nos enamoramos de dos de ellas y nos fue imposible separarnos de dos tazas llenas de metafísica. En otra pared hay una obra estampada por una llanta de bicicleta. Las paredes siguen y siguen. Con un orden maravilloso. Una limpieza cronológica. Y al mismo tiempo mucha ternura y sentido del humor.

Es así como yo le recomendaría a quien visite Mérida que vaya al Graphic Bakery. Ahí se hornean arquetipos, ideas y una estética íntima y poderosa.

Lo más leído

skeleton





skeleton