De Campobello a Rulfo: ecos de una tierra enrojecida
Raúl Lara Quevedo: De Campobello a Rulfo: ecos de una tierra enrojecida.
Rumbo a los festejos de nuestra mexicanidad, a los gritos de algarabía y discursos posicionados desde el poder, ¿no oyes ladrar a los perros? La memoria es la falta de olvido, y aquí parece haberse marchitado, aquí abunda la ausencia de interés en actos propios y ajenos. Nos han dado el recuerdo, el volver por las huellas abandonadas y encontrar la raíz vacía de esta tierra, pero ¿no la vemos o no queremos?, ¿no oyes gritar a los desaparecidos? Juan Rulfo y Nellie Campobello, nos han dado la palabra, la ficción literaria para entender el contexto de este país que carece de asombro y memoria.
Hoy la violencia en México es una constante que naturaliza e invisibiliza la agresión, el reclamo social y a los muertos. 76 homicidios por día según datos oficiales del 2023. ¿De dónde viene este entumecimiento social y emocional?
Estos dos autores mexicanos vaticinaron la falta de asombro que nos carcome, y la posicionan en la falta de empatía y la costumbre a la violencia. Francisca Ernestina Moya Luna, mejor conocida como Nelly Campobello, en el cuento “Desde una ventana”, posiciona a una infanta narrando un fusilamiento a un lado de su casa, narra cómo la pequeña se acostumbra de ver por tres días el cuerpo abandonado de un hombre, lo siente suyo. Un buen día desaparece, y ella decepcionada por esa ausencia desea que pronto fusilen otro cerca de su casa. Sin duda se observa una naturalización de la violencia, que se normaliza desde la mirada de la pequeña, y por lo tanto del poder que ejecuta el acto. Por otro lado, Rulfo nos regala “Diles que no me maten”, obra que se centra en la venganza como eje de la trama. Dos asesinatos, 40 años de penitencia sin cárcel, sólo la memoria que no perdonó a Juvencio pues perdió la vida misma a causa de huir del recuerdo. El autor suscribe que no hay nada peor que una muerte en vida.
Esta obra pone en la mesa cómo la violencia se resolvió con más violencia, ni el tiempo mismo es bálsamo para que la sangre ya no corra. El tiempo no lo cura todo, nos entumece, nos marchita. La violencia y sus efectos son hilos conductores en las diégesis de cada texto. Galtung, expone que la violencia es un símbolo reconocible, que se entiende y reproduce. La hostilidad se convierte en cultural cuando se invisibiliza la acción. Chesnais, en “Historia de la violencia”, razona que la violencia no sólo es el golpe, o el acto inmediato, sino que por el contrario son las consecuencias del golpe. Es decir, las secuelas del acto agresivo, las consecuencias psicosociales, colectivas y comportamentales. Como lo es la normalización de la niña en el cuento de Campobello, o la ansiedad de Juvencio en la obra de Rulfo. Ambas obras dan eco a un pasado que nos recuerda que el futuro nos va a terminar secando, que hay que desentumecer, independizarnos de los placebos de la narrativa del poder.