El poder y la fe en Water, de Deepa Mehta

Raúl Lara Quevedo: El poder y la fe en Water, de Deepa Mehta.

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La película Water, de Deepa Mehta, se convirtió en un vehículo que permite mirar de una manera más consciente y crítica las circunstancias de inequidad que aún viven los individuos vulnerados por las estructuras que ejecutan el poder: mujeres, niños, discapacitados y ancianos son retratados agudamente en este filme desde su condición de excluidos y amputados sociales, argumentaría Foucault.

La cinta evidencia como las necesidades colectivas son las que rigen y marcan el papel de cada individuo desde la asignación arbitraria de las representaciones colectivas. El dogma es quien manipula, pero el dogma es manipulado por el poder, luego entonces quienes nunca tienen la libertad de elegir ni de opinar son paradójicamente quienes reproducen estos patrones, la sociedad civil.

Dentro de la trama se ven perfectamente enmarcadas las posturas del poder en la negociación de los roles sociales, esto en medio de una estela de misticismo, de un dogma que ciega y rige. Water es un golpe sincero a las entrañas de la desigualdad, una puerta que evidencia la delgada línea entre el fanatismo y la fe.

Uno de los personajes principales es Chunyia, una niña de no más de siete años que a pesar de su corta edad tiene que enfrentar la odisea de ser mujer en la India y, sobre todo, de vivir a la sombra del dogma. Dentro del contexto de la cultura hindú es cotidiano que desde cortas edades a las infantes se les pacte matrimonios con hombres mayores.

La niña es obligada a casarse con un hombre mucho mayor, una noche previa es despojada de su infancia. No entiende, no hay resistencia ante la tradición que obliga a seguir la indicación de la costumbre. Todos festejan las futuras nupcias, menos la pequeña que en silencio juega cerca del rio. El futuro marido de Chunyia muere repentinamente, y en automático se ejecuta el poder desde la tradición, tal como dicta el dogma: “una mujer, al fallecer su marido puede hacer tres cosas: juntarse con el hermano de su esposo recién fallecido, compartir la muerte con su esposo, o ser viuda jurada”. A través de sus diálogos nos dan un paseo por la desigualdad a la que se enfrentan las mujeres, al peso de las creencias y los lazos familiares que obligan a aceptarlos y reproducirlos.

La pequeña se convierte en viuda, una viuda jurada al no contar con otro hombre en la familia de su difunto esposo. Estas son mal vistas en la comunidad, por ello son relegadas a vivir en espacios asignados orando para morir y reencarnar en hombres. Son apartadas de todo, destinadas a estar enclaustradas en la tradición y distantes a todo vínculo con su vida pasada. La pequeña es rapada, obligada a vestir telas sucias y a existir como un susurro incómodo. Es un filme fuerte y severo, pues la niña atraviesa dolores sociales como: la exclusión, la trata de personas, la nulificación e invisibilización colectiva. Water permite reflejar los turbios espacios de las creencias, cómo éstos dominan psicológicamente a los individuos, programándolos para reproducir comportamientos limitantes y severos.

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