Laura y su “Niebla ardiente”
Raúl Lara Quevedo: Laura y su “Niebla ardiente”.
Los encuentros literarios son inhóspitos, nunca se sabe qué experiencia o emoción se encontrará al terminar las primeras líneas de un libro. Para mí son ventanas inmensas por las cuales entran fragmentos de luz y rasgos de claridad. Estos atisbos entre lo leído y lo vivido nos traen palabras que se encarnan a lo que no sabemos darle nombre.
En la última ventana visitada durante el pasado mes de marzo encontré “Niebla ardiente”, una niebla que se extendía y significaba todo vacío de las páginas blancas. Laura Baeza, autora de la obra, nos ofrece un paseo por la memoria de Esther, una joven que huye del pasado y todo aquello que “se debe cargar”, corta los lazos familiares que en breves ocasiones se sienten como cadenas y grilletes perpetuos. Con maestría la autora campechana juega con los tiempos, lleva al lector entre la infancia y la vida adulta de sus personajes. Esto da un sentimiento de ser parte del recuerdo, un incesante deseo de seguir leyendo brota de manera descomunal cuando un fantasma, el de Irene, hermana fallecida de la protagonista, se presenta en la televisión. Algo resurge; dolores, aromas de la infancia enterrada bajo toneladas de pretextos y futuros añejos. La protagonista conecta con lo mutilado, sigue las huellas de un fantasma para encontrar algo que la reconecta y la hace sentir viva. No hay culpas incurables, no hay ausencias que no sean presencias. En este viaje como lectores conectamos también con los amores que son heredados más no apropiados, con las distancias que colocamos entre nombres y rostros. En las líneas de Baeza hay un certero golpe a las voluntades humanas.
A lo largo de la trama los muertos se comunican de extrañas maneras. Nos llevan a verdades enterradas que merecen ver la luz. La autora es luz y transcribe las verdades que nos duelen como país. Aborda el feminicidio, la corrupción, la falta de mecanismos de atención a las personas desaparecidas, aquellas tan sonadas como el himno y tan olvidadas como algunas leyes. A propósito de ello, de acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO) existen 27 desapariciones por día en el último año.
Esther deambula por senderos y recuerdos empolvados, interactúa con personas que le regalan memorias e instantes casi perdidos, los teje de manera delicada y crea armonía entre su infancia y su vida adulta. También los odios y los rencores sanan, incluso los que se guardan en silencio. Leer “Niebla ardiente”, promete un viaje por las emociones individuales y colectivas, afectos por la familia, por los padres ausentes o los corajes que como país experimentamos a razón de la delincuencia. Laura extiende la palabra y con ella el tino de escribir con maestría una obra casi humana que nos termina hablando a la cara. No hay duda que sus páginas te atraparán, sus personajes te parecerán conocidos, incluso los entenderás y justificarás. Hay páginas que merecen ser homenaje a la palabra, y en esta niebla abundan y respiran.