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La realidad es que la realidad es un misterio. La realidad que entendemos es tan sólo una parte de la realidad en que vivimos. ¿O acaso son muchas realidades diferentes operando en diferentes planos? Al final todo depende del punto de vista desde el cuál nos hagamos estas preguntas.

Hace 100 años, con la aparición de las teorías de física cuántica, la humanidad entera se sumergió en un océano de asombro y perplejidad, desafiando nuestra comprensión arraigada de la realidad. En nuestra vida diaria, las leyes físicas como la gravedad y el movimiento de los objetos eran hasta cierto punto evidentes y predecibles. Sin embargo, descubrimos que existe evidencia de que en el mundo subatómico de la física cuántica, las reglas conocidas se desvanecen en un mar de posibilidades infinitas, revelando una realidad que desafía nuestra lógica y nuestra intuición. La realidad ya era otra o tenía una nueva versión coexistente con la que conocíamos anteriormente.

Probablemente has escuchado hablar del experimento de la doble rendija, que es como un ejemplo clásico para entender la onda entre las realidades física y cuántica en las que vivimos. En este experimento, un haz de partículas subatómicas, como electrones o fotones, se dispara contra una pared que tiene dos rendijas. Si nos vamos con la teoría clásica, esperaríamos que las partículas pasen por una de las dos rendijas y armen dos patrones de interferencia diferentes en una pantalla detrás de la pared. Pero, lo que descubrieron es algo bien raro y desconcertante. Cuando las partículas se lanzan una por una a través de las rendijas, en vez de formar dos patrones de interferencia separados, como nos esperaríamos según la teoría clásica, se arma un patrón de interferencia bien complejo en la pantalla detrás de la pared. Este patrón se ve como si fuera de ondas, lo que sugiere que las partículas no nomás se comportan como partículas, sino que también como ondas. Es decir, dos realidades coexistiendo en esta muestra subatómica.

Este fenómeno desafía nuestra comprensión de la realidad física y nos lleva a cuestionar las bases mismas de nuestra percepción del mundo. Nos confronta con la sorprendente dualidad de la naturaleza, donde las partículas de las que están formados todos los elementos de la la realidad que conocemos, pueden comportarse tanto como partículas como ondas, dependiendo del contexto en que lo observemos. Esta dualidad nos invita a explorar los límites de nuestra comprensión y a abrazar la hermosa incertidumbre como una parte intrínseca de la realidad.

Es bajo este contexto que nuestras emociones se despiertan ante la maravilla y el misterio del universo. Si bien en el transcurrir cotidiano de cada día podemos vivir e incluso ser felices sin pensar en lo que sucede en la realidad subatómica, también es cierto que existe una sed natural de descubrimiento intrínseco entre nuestra especie. Que nos lleva a cuestionarnos todo y nos enfrenta a nuestra propia capacidad de asombro y admiración frente a la complejidad y la belleza de la vida y nuestra incalculable ignorancia de las realidades en las que vivimos. Esto nos lleva a recordarnos a nosotros mismos que, a pesar de nuestros avances científicos y tecnológicos, siempre habrá más por descubrir y comprender en el vasto cosmos que habitamos.

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