La droga en la palma de la mano

Sergio F. Esquivel: La droga en la palma de la mano.

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La más adictiva de las drogas está presente en nuestras vidas. Basta con mirar el objeto que tienes enfrente, en la palma de la mano. En tiempos en los que la tecnología de comunicación ocupa el espacio principal de nuestras actividades diarias, nos encontramos frente a un fenómeno nuevo y perturbador, el reto más grande, el cártel más peligroso de todos cotiza en Nasdaq y opera con total impunidad aprovechandose de nuestras debilidades.

Las grandes empresas tecnológicas, como Apple, Google, TikTok y Facebook,no son tan diferentes a los productores de heroína, o a los titanes de las industrias tabacaleras. Estos gigantes tecnológicos han diseñado sus productos para ser adictivos, utilizando técnicas avanzadas de “brain hacking” que manipulan nuestra psicología para mantenernos enganchados. Nos saben adictos a sus recompensas traducidas en descargas químicas que nos obligan a revisar constantemente nuestros teléfonos, cómo los adictos al juego en los cacinos jalando la palanca de un tragamonedas, como ratones en un laberinto infinito, en busca de una recompensa instantánea en forma de notificaciones, “me gusta”, o mensajes con emojis de colores.

La comparación entre las redes sociales y los cigarros no es arbitraria. Al igual que los fabricantes de tabaco añaden sustancias adictivas a sus productos para asegurarse que los consumidores regresaran por más, las redes sociales están diseñadas para ser irresistibles. La liberación de dopamina en nuestro cerebro cuando recibimos un “me gusta” o un comentario positivo en nuestras publicaciones crea un ciclo de recompensa que nos mantiene enganchados. Este fenómeno es un claro indicador de la magnitud de esta dependencia.

Las implicaciones de esta nueva forma de adicción son profundas y variadas. El uso compulsivo del teléfono ha llevado a un aumento en accidentes automovilísticos y muertes peatonales, ya que tanto peatones como conductores están distraídos con sus dispositivos todo el tiempo. Además, la necesidad constante de validación a través de “me gusta” y comentarios puede afectar gravemente la autoestima y la salud mental de los individuos, especialmente aunque no exclusivamente, de los más jóvenes.

Un estudio revela que un usuario promedio interactúa con su teléfono más de 2,600 veces al día. Esta compulsión no sólo afecta la vida cotidiana de las personas, sino que también tiene un impacto significativo en su capacidad para concentrarse y ser productivos.

Los capos tecnológicos no sólo reconocen esta dependencia, sino que también la fomentan activamente. Facebook, por ejemplo, a veces retiene los “me gusta” para que los usuarios sigan revisando sus publicaciones en busca de validación. La adicción a las redes sociales es un fenómeno complejo que requiere una respuesta multifactorial, incluyendo educación, regulación y un cambio en la forma en que interactuamos con la tecnología. Sólo así podremos comenzar a mitigar los efectos negativos de esta nueva forma de dependencia.

Cómo alguien que trabaja todos los días en estas plataformas y encuentra en ellas una inagotable fuente de buenas ideas, es crucial que empecemos a cuestionar y regular el impacto de las redes sociales en nuestras vidas. Los nuevos capos controlan mucho de nuestras acciones y nuestras decisiones y habrá que ponerles un alto en algún momento. Mientras tanto, debemos encontrar el equilibrio y entender que la esencia de la vida se encuentra en los momentos genuinos que compartimos con quienes amamos y en la conexión profunda y personal con nosotros mismos. 

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