Educación, cultura y pensamiento
Verónica García Rodríguez: Educación, cultura y pensamiento.
Septiembre, que pronto finalizará, es un mes de expectativa generada por el término de las vacaciones de verano y el inicio de un nuevo ciclo escolar. Para los niños, esta temporada representa la emoción de volver con sus compañeros, conocer a los nuevos maestros, la incertidumbre del cambio de grado o, incluso, de escuela. Para los padres y madres de familia es un momento de decisiones y de resolver obstáculos. Sin embargo, el pasado inicio de clases en México, tuvo un ingrediente más: el debate por los nuevos Libros de Texto Gratuitos, en el que hemos oído opiniones de todo tipo, sobre todo de quienes nada tienen que ver con los procesos de aprendizaje. Una guerra contra los libros, mismos que ya han sido quemados, censurados, cancelados; guerra en la que quienes más pierden son los niños.
A lo largo de la historia, la educación ha tenido diferentes concepciones, según la época y la cultura de que se trate. Si revisamos, tan sólo en la antigua Grecia, podemos darnos cuenta de los presocráticos tenían diferentes escuelas, basadas en la orientación de pensamiento de sus fundadores. Posteriormente, nos encontramos con un debate entre socráticos y sofistas, por las ideas y el método de enseñanza. De la misma manera, se tienen registros de que, entre las culturas prehispánicas, existían escuelas donde formaban a los y las jóvenes con objetivos claros y definidos, como el Calmecac, donde se formaban los sacerdotes y gobernantes; el Telpochcalli, que preparaba a los maceguales como guerreros; y el Cuicacalli, escuela de música y danza, donde era permitida la instrucción de las mujeres para el servicio religioso.
Con la llegada de los conquistadores a América, la educación obedeció a la necesidad de evangelizar a los nativos y someterlos. Tal y como ocurrió durante la Revolución Industrial, en la que las aulas sirvieron para generar mano de obra calificada para la producción; así como durante muchos años, fueron herramienta para preparar a las mujeres como amas de casa, esposas, madres y cumplir el papel que la sociedad tenia destinado para ellas. Sin embargo, nada es estático. Los cambios educativos son consecuencia de intereses políticos a gran escala; pero también, su relación con el pensamiento y la cultura han permitido que se generen movimientos de resistencia, que han sido detonantes para la transformación.
En México, como en otras latitudes, hemos experimentado, en diversos momentos, el uso de la educación para fines políticos e ideológicos. Sin profundizar, podemos recordar que las escuelas y los maestros fueron fundamentales para el éxito de la Revolución, pero, después, una vez ganada, era necesario cohesionar al país, y el nacionalismo marcó las pautas para la propuesta educativa de Vasconcelos; quien no tomó en cuenta la educación racionalista que se implementaba con éxito en el sureste. Así como la lucha educativa de Rita Cetina Gutiérrez, que unos años antes, se promulgó por una educación laica para las mujeres, en donde pudieran estudiar ciencias y literatura. Nada bien visto por la sociedad conservadora de entonces, pero que hizo realidad en su escuela para señoritas “La Siempreviva” y que fue un parteaguas para el movimiento feminista en América Latina. Por todo esto, es importante continuar el diálogo sobre temas como educación, cultura y pensamiento”, con el objetivo de escuchar las más diversas voces de sus autores, que sumen a la comprensión de los recientes sucesos.