¿Cómo pudo ser posible que todos los indígenas se vuelvan católicos?
¿Cómo pudo ser posible que todos los indígenas se vuelvan católicos?
Fray Toribio de Motolinía aseguró que tras 15 años de la conquista habían sido bautizados 9 millones de indígenas a la religión católica ¿Cómo pudo eso haber ocurrido? Los mexicas tenían una cultura muy religiosa, amaban a sus dioses, daban su viday la de sus hijos por ellos para que sean sacrificados y “la vida continuara”. Eran un imperio enorme, tecnológico, con más habitantes que Londres en el año de la conquista, 1519, cuando llegaron los españoles trayendo consigo violencia cargada de asesinatos, violaciones, robos, etc.
Junto con los españoles llegaron 40 frailes dispuestos a evangelizar, pero los españoles de la época no querían que esto sucediera, pues si un indígena se bautizaba se convertía en hijo de Dios y, por lo tanto, no podían tratarlo como animal. Incluso, intentaron asesinar al obispo Fray Juan de Zumárraga, quien levantó una excomunión para el gobierno de la Primera Audiencia de México, que contestó poniendo pena de muerte a cualquier indígena que se acercara a él; los indígenas entonces se alejaban, por un lado, porque “sus dioses los habían abandonado”, y por otro, porque estaban siendo víctimas de un anti-testimonio católico: los frailes decían que traían a un Dios bueno mientras los demás españoles los masacraban.
Para quienes aún no lo saben, fue el obispo Zumárraga el causante de que iniciara el Virreinato en México en 1535, pues, tras su intento de asesinato envió al rey de España una carta contando las barbaries del gobierno frente a los indígenas y contra los frailes. Así, Zumárraga y la Primera Audiencia entraron en un juicio que duraría varios años finalizando con la creación de un nuevo gobierno.
Durante este periodo de tiempo, los frailes intentaron ayudar a los indígenas, situación que se tornó complicada hasta 1531, cuando la madre de Cristo se le aparece a un indígena generando la inculturación más hermosa de todas, uniendo ambas “razas”, diciendo ser madre de todos los que se acerquen a ella, confíen en ella y conozcan a su hijo, el único Dios por quien se vive, el único sacrificio humano válido que ya había sido efectuado.
Al aparecerse le pide al indígena Juan Diego que por su intercesión vaya a hablar con el obispo y le pida que le construyan una casita sagrada en donde dejaría a su hijo, que es todo su amor, el dueño del cielo y de la tierra. Ella no pide un altar o un templo para sí misma como mucha gente cree.
Una de las partes más importantes del acontecimiento guadalupano es cuando el tío de Juan Diego está a punto de morir. Era un anciano, conocía de los sacrificios humanos y los dioses de piedra, pero aun así se bautizó, y justo antes de morir pidió como última voluntad que le lleve un sacerdote para que le dé el bien morir. Juan Diego, triste y desesperado, pues recientemente su esposa acababa de fallecer, sale de casa en la madrugada del 12 de diciembre para buscar al sacerdote y la Virgen lo atrapa en el camino. Juan Diego le cuenta que su tío iba a morir diciendo: “ya ve para qué venimos al mundo, a esperar el trabajo de nuestra muerte”. María le responde y nos dice a todos: “No temas a esta enfermedad ni a ninguna otra cosa, si tan sólo pudieras conocer el gran don de Dios. ¿No estoy yo aquí que tengo la dicha y el honor de ser tu madre? ¿No estás bajo mi sombra y mi resguardo? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Qué más puedes querer?
Después de ello, la Virgen se aparece al tío diciendo que es “la perfecta Santa María de Guadalupe”, nombre que proviene del árabe y quiere decir “el cauce que lleva el río”. Ella es el camino que lleva al río y ese es su hijo Jesús que viene en su vientre, que gracias a la ciencia sabemos que tenía 9 meses de embarazo y que la casita sagrada que deseaba era para dejar ahí a ese hijo por nacer. El templo, el altar es para su hijo y es Éste quien cura al tío. La Virgen le lleva al primer sacerdote de todos, le cumple lo que con fe pidió.
Nos deja su imagen sagrada impresa con el jugo de las flores para que todos seamos videntes de la nueva cultura del amor. Con ello, la conversión de los 9 millones de indígenas se facilita, pues a través de su madre, los mexicas conocen al verdadero Dios que no abandona. Podemos ser un Juan Diego mirando a la Virgen de Guadalupe sabiendo que dentro de su vientre se encuentra Cristo que está en todas partes, que nunca se ha ido.