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Estos tiempos serán recordados como algunos de los mas aciagos para la industria de la construcción en México. Son ya muchos años, más de una década, con un descenso crónico en las cifras de valor de la producción y de inversión real en infraestructura, que además se ha pronunciado peligrosamente durante los últimos dos años y medio.

En más de 30 años de estar inmerso en este sector industrial, he sido testigo de numerosos colegas que han tirado la toalla, con sus empresas metidas en problemas financieros, enfrentando la quiebra y el cierre, que han tenido que emplearse en otras industrias o en el sector público, o también los hay que han intentado sucesivos reinicios. También hay algunos que han sabido navegar las turbulentas aguas, y han permanecido en el mercado con un buen nivel de éxito.

Con más del 97% de las empresas catalogadas como MIPyMEs (Micro, Pequeñas y Medianas), el sector necesita adaptarse y fortalecerse para enfrentar los cambios. Es preciso el surgimiento de una nueva generación de empresarios de la construcción, que con osadía tomen el control de los problemas que los aquejan, y tengan la suficiente audacia para implementar las acciones encaminadas a alcanzar un futuro en el que recuperen para la industria de la construcción, el papel protagónico que le corresponde en el desarrollo, crecimiento y bienestar de nuestro país.

Duele que tu propio Presidente desprecie la labor de los profesionales de la construcción y privilegie que se realicen las obras sin la participación de los expertos. Es incomprensible y decepcionante que un muy alto porcentaje de las obras públicas sean asignadas sin mediar una justa licitación, a los amigos del régimen, o a una institución cuya misión no es realizar obras, como lo es el ejército mexicano, con lo que se deja sin oportunidad a miles de empresas con la perfecta capacidad para hacer esos trabajos.

Aún con esas dificultades en el entorno nacional, me consta la capacidad y las habilidades de los empresarios mexicanos para sortearlas, además de todas las demás barreras que también deben superarse en el entorno global. La empresas de la construcción, necesitan evolucionar como lo está haciendo el mundo entero.

La industria de la construcción es un fiel reflejo de las siempre cambiantes sociedades y culturas en las cuales existe. Su dinamismo, y el modo en que sepan gestionar inteligentemente el cambio, determinará el grado de éxito que tendrán en superar los obstáculos y soltar el lastre.

Hoy, la administración del cambio está fuertemente asociada con el desarrollo sostenible, es un nuevo enfoque que resulta necesario adoptar. Así, mientras encontramos el modo de ser suficientemente rentables en lo económico, tenemos que hallar nuevos métodos de construcción que eliminen las emisiones contaminantes y protejan la integridad de los ecosistemas, y garantizar la responsabilidad social tanto dentro como fuera de nuestras empresas.

En suma, tenemos que ser capaces de perfilar una industria de la construcción más sólida, resiliente, innovadora, dueña de un mejor futuro.

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