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Una preocupación que constantemente me manifiestan muchas personas es si las energías renovables tienen un futuro promisorio en México, ante las políticas emitidas por esta administración federal, que disminuyen los incentivos para realizar inversiones en este sector, llegando en algunos casos a serles francamente hostiles, con una intención manifiesta de proteger a toda costa el retorno al monopolio de una sola empresa, sin importar eficiencia, protección del medio ambiente y competitividad. Esto parecería agravarse con las dificultades económicas y financieras que se han agudizado con la pandemia.

La respuesta es simple e inequívoca, y hay que decirla de manera clara y contundente: hoy, en el mundo entero, no existe otra fuente para generar energía eléctrica que sea más barata, confiable, eficiente, de mejor calidad y libre de emisiones contaminantes que causan cambio climático que las energías limpias y renovables, especialmente la solar y la eólica.

La prueba más fehaciente de esta verdad es que, al cierre de 2019, de toda la inversión en nuevas plantas de generación de energía eléctrica en el mundo entero, más del 70% fue en plantas solares y eólicas. Y estamos alcanzando ya el punto en el cual el costo presente neto de la energía eléctrica producida en una nueva planta de energía renovable es incluso menor que el costo de operación de una planta existente. Un ejemplo de esto es que General Electric ha anunciado la demolición de una planta de 750 MW cuyas turbinas funcionan con gas natural, ubicada en su complejo Inland Energy Center de Riverside, California, inaugurada en 2009 con un costo estimado de 1 billón de dólares, y habiendo transcurrido apenas un tercio de su vida útil pronosticada, debido a que le es imposible competir con los costos de generación de plantas solares y eólicas.

Estos son hechos incontrovertibles que aseguran un futuro promisorio a la energía renovable y nos permiten mantenernos optimistas al respecto, aun cuando en algunos países podrían enfrentarse obstáculos, como parece que tendrá que ser en México, ante la obstinación de oponerle medidas hostiles, pero a las que se les puede vencer con argumentos sólidos y una buena dosis de realidad.

Por otro lado, tenemos la enorme oportunidad que representa el avance e importante penetración que puede tener la generación limpia distribuida, tanto en los hogares de las familias mexicanas como en los millones de pequeñas y medianas empresas, a las que el costo de la electricidad, un factor estratégico de su desarrollo y competitividad, les significa un pesado lastre que deben eliminar cuanto antes.

Si a esto agregamos una veloz adopción de tecnologías de almacenamiento y gestión inteligente de esa energía, mercado que está a punto de hacer explosión en todo el mundo y que México no será excepción, entonces es seguro que el panorama energético experimentará una reconfiguración asombrosa en la presente década, que elevará la competitividad de las empresas, aliviará la economía familiar, generará empleos y asegurará un futuro libre de emisiones contaminantes causantes del cambio climático.

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