Claudia y Huacho contra la narrativa

Joed Amílcar Peña Alcocer: Claudia y Huacho contra la narrativa

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Claudia Sheinbaum es presidenta de México. La frase anterior describe la realidad de nuestro país, al tiempo que expresa la concreción de un hecho histórico. Los aspectos simbólicos y formales de su trayectoria a la presidencia han logrado superar las barreras impuestas por un sistema político que ha favorecido al mandato masculino y económico.

El contexto en el que se desarrollará su presidencia es excepcional: amplia mayoría en las cámaras legislativas, un nuevo ánimo político en buena parte de la sociedad mexicana, fuerza creciente del movimiento político que la arropa, así como legitimidad social propia y heredada. Estas condiciones son únicas para reconfigurar con mayor profundidad la realidad política y social mexicana; pero, a su vez, servirán como punto de apoyo para las narrativas contrarias que buscarán evidenciar la concentración del poder y el surgimiento de un partido hegemónico al estilo del viejo Partido Revolucionario Institucional (PRI).

El accionar simbólico y formal de la nueva Presidenta de México estará contra la narrativa de los poderes hegemónicos tradicionales. Narrativa perversa que argüirá o supondrá su falta de autonomía política, tratando de denigrar su autoridad a través de chiste o análisis machista que la calificará como sombra, “corcholata” e incluso sirvienta del ex presidente López Obrador. Narrativa catastrofista que tratará de caracterizar a su gestión como un régimen de poder omnímodo e impositivo. Dos narrativas, contradictorias -como la oposición-, pero que confluyen en minar el sentido democrático del mandato de Claudia Sheinbaum.

Esta situación no es nueva para las autoridades emanadas del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). López Obrador estuvo siempre actuando contra la narrativa de la reelección, la censura a la prensa y el autoritarismo. En todos estos casos, considero, el saldo es favorable. No obstante, varios de los colaboradores del ex presidente lo dejaron solo en este ejercicio contra narrativo.

Esta situación se traslada a los Estados gobernados por el mismo partido al que pertenece la Presidenta. En Yucatán, el gobernador Joaquín Díaz Mena tiene la misión de restituir, en el discurso y la práctica, la naturaleza pública de la gestión gubernamental, dejando de enarbolar el modelo empresarial que trastocó al servicio público regional.

Claudia y Huacho también estarán contra la narrativa de sus más obtusos “compañeros(as)”, aquellos que adolecen de la autocontención necesaria para actuar con probidad en la gestión de una Presidenta poseedora del poder político más amplio que nuestra democracia ha conocido y en la gestión de un gobernador que ha declarado seguir enfáticamente los valores de la transformación política y social.

Yucatán será un espacio crítico para la construcción del discurso nacional sobre este nuevo periodo gubernamental en el país. La relación con la administración federal, así como la configuración de las autoridades estatales, darán pistas del tipo de transformación que vendrá para Yucatán, una transformación que esperamos sea real y que cuente con las personas idóneas para ello.

Para finalizar, sólo queda decir que Andrés Manuel es un presidente para la memoria y la historia. Es la figura política más importante de las últimas décadas, a quien le faltó compañía para materializar la transformación que soñó. Esperemos que a Claudia y a Huacho nos les falte esa compañía.

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