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Buenos días, apreciados lectores. Según el Diccionario de la Lengua Española, la cacofonía consiste en un sonido poco agradable que se genera cuando la combinación de los distintos componentes de una palabra o frase carece de armonía; es decir, esa combinación es desagradable al oído. Lo contrario es la eufonía, voz empleada para designar el sonido agradable.

Precisamente es el sentido auditivo el que nos permite detectar esos errores o cacofonías. Citemos algunos ejemplos.

En la prensa diaria local atrapamos un llamativo texto: “En Ciudad Juárez autoridades aseguraron nueve escaleras que eran usadas por traficantes de migrantes”.

Otro ejemplar lo pillamos en un noticiario televisivo. El informador describe las espantosas imágenes de una víctima de feminicidio -malamente enviadas a las redes sociales por elementos de la policía investigadora, peritos u otros servidores del Ministerio Público capitalino-  y en el cintillo inferior de la pantalla leemos: “Investigación por filtración de información”.

Con motivo del juicio seguido al acosador de actrices Harvey Weinstein capturamos un encabezado en la prensa matutina de esta ciudad: “Surgimiento del movimiento Me Too”.

Un ejemplo periodístico más.  Al informar de la solicitud hecha por el Ejecutivo estatal sobre la petición al Ayuntamiento meridano de donar terrenos en Caucel para construir escuelas, el alcalde respondió que no había solicitud formal al respecto. El título de la noticia fue: “Confusión por una donación”.

Algún humorista dirá de esos títulos: “hasta salió en verso”. Pero no, nuestro oído se ofende al escuchar esa falta de armonía en las frases mencionadas. Sencillamente, no suenan bien.   

La honda tiene prisa por entrar en funciones. Miramos detenidamente esos errores de redacción. Cuatro pedradas consecutivas derriban sendos gazapos y la alforja se pone pesada.

COYOTES CON CANDADOS

El batidor incógnito nos envía una noticia publicada en el periódico de esta casa: Para combatir a la mafia inmobiliaria el Infonavit pone obstáculos a los defraudadores para frustrar su actividad y con ello impedir que la ciudadanía pierda injustamente sus propiedades.

El título de esa información nos produce asombro: “Cierra el paso Infonavit a coyotes con ‘candados’”. Por no seguirse el orden que deben de llevar los elementos de la oración –sujeto, verbo y predicado- se ha escrito una expresión intraducible. Esperamos que un lector acucioso nos explique esa frase de coyotes con “candados”.

Un disparo más de la resortera, cae el gazapo y el sabucán se llena hasta el full, como dijera Gabriel Vargas en sus celebradas aventuras de la Familia Burrón.

Hasta el próximo tirahulazo.

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