La paciencia se cultiva
Sergio F. Esquivel: La paciencia se cultiva
Hace un par de días me tocó ir al banco. Un trámite en el banco es tedioso. Entre el traslado, la estacionada, la fila de acceso. Necesitas mucho tiempo para estar sentado haciendo nada mientras esperas. Todo el tiempo esperas; primero esperas a que el ejecutivo te atienda, ya de entrada eso es un suplicio.
Después, finalmente, llegas con el ejecutivo y con la mejor cara y actitud —es un decir—, te hace esperar aún más porque para cualquier trámite, por más sencillo que parezca, pareciera que estuvieras en la NASA pidiendo un cálculo exacto de la ubicación de un planeta a 8 mil millones de años luz de distancia. Ir al banco simplemente no me va bien.
Los que me conocen bien, saben que soy la persona más impaciente del mundo (y entiendo perfectamente que esta no es ninguna virtud que presumir). El caso es que mientras pasaban lo que parecían como semanas enteras mirando la pantalla que asigna los turnos, esperando que finalmente saliera el mío, subí una historia a Instagram en la que estaba esperando. De inmediato me empezaron a llegar las notificaciones con burlas, porras y condolencias de la gente más cercana que sabe lo que yo sufría de estar ahí, sentado, esperando sin poder hacer nada.
Yo trabajo de manera independiente como estratega digital. La mayoría de mis clientes son emprendedores, y es por eso que cuando comienzo a trabajar con un nuevo cliente entiendo su esfuerzo, su pasión, pero, sobre todo, su prisa.
Porque los empresarios nóveles, los emprendedores, si hay algo que tienen siempre es prisa. Y cuando tienes prisa, no hay nada más jodido que tener que esperar.
Emprender implica tomar el camino que lo tiene todo en contra. Aspirar a lo mejor poniendo en riesgo todo lo que tienes. La prisa por obtener resultados es natural, pero además para los que emprenden un proyecto de negocio en este país, en estas circunstancias, es digno de admirarse.
Pero la prisa por los resultados no es exclusiva de los emprendedores. En realidad nos ocurre a todos, ya sea que buscamos sentirnos mejor, hacer más ejercicio, aprender algo nuevo, desarrollar un nuevo hábito. Trabajar en cambiar la realidad que nos rodea es un reto para el que la prisa se vuelve el peor enemigo. Ese tal vez es parte del reto de aspirar a mejorar. De vivir buscando cosas nuevas. De perseguir nuestros sueños.
Yo, por lo pronto y desde mi trinchera, me he convertido en estratega/psicólogo para poder lidiar con la prisa de mis clientes para obtener los resultados que buscan. La paciencia es una virtud difícil de cultivar. Pero ojo, hay una diferencia entre pasividad y paciencia. La pasividad sería, el no hacer nada y simplemente esperar los resultados.
La paciencia, por el contrario, requiere de mantener un esfuerzo y tomar un rol activo en la búsqueda de resultados. Es como estar perdido en un desierto. La diferencia está entre sentarte a esperar la lluvia o de caminar hasta encontrar un oasis de agua fresca. En ninguno de los dos casos encontraremos resultados inmediatos.
Pero si caminas, con un rumbo bien definido, si tienes la flexibilidad de replantear el camino cuando las circunstancias lo ameriten y no detienes la marcha, aunque te canses de caminar, entonces alcanzarás el resultado que persigues.