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La Cumbre Mundial de la Paz ha llegado para trastocar la tranquilidad de los meridanos y, de paso, para sacar el tiro por la culata a nuestros gobernantes. Me explico: en días anteriores, participantes y moderadores que han alternado con los laureados hicieron declaraciones que subrayan la inconsistencia de un estado y de una ciudad pacífica tal como la quieren vender al todopoderoso turismo.

Pero al Gobierno del Estado encabezado por Mauricio Vila y al Ayuntamiento de Renán Barrera les haría bien tomar el ejemplo deDiego Luna, Paola Rojas, et al, aunque en su lugar han elegido cerrar los ojos ante la discriminación, el racismo, la violencia de género y el desacato a los derechos humanos más elementales. Tal vez si en lugar de maquillar las cifras abrieran los ojos, podrían ponerle solución a varios temas más urgentes. Aquellos no son “laureados”, pero ciertamente son figuras que han aprovechado la palestra para señalar lo evidente.

Tampoco es que las grandes masas escuchen los discursos o siquiera tengan acceso a lo que dicen los Nobel. Basta con ver la pasarela de personalidades del patio que asistió a la inauguración; no, este encerrón enaire acondicionado no es un evento para el yucateco de a pie, es para la élite, aunque se pongan su hipil y sus bolsos bordados de diseñador con motivos mayas.

El viernes 20 se realizó una protesta simbólica contra el cambio climático, misma que se replicó en varias partes del mundo. Pero aquí es simbólica no solo por la escasa afluencia de gente -los verdaderos activistas ni siquiera pudieron pasar las vallas de seguridad-, sino porque esta protesta se hace en momentos en los que nuestro manto freático e infinidad de cenotes se encuentran contaminados, sin mencionar los ecocidios que están a la orden del día y del mejor postor.

Lo anterior no es culpa de los Nobel, que han venido bajo engaños a vacacionar a una de las ciudades más “seguras” del mundo, comparable con el estado de bienestar de países como Suiza -eso si no contamos la violencia intrafamiliar, contra la mujer, la alta tasa de suicidios y las muertes por sida-. Todo eso se ha barrido bajo el tapete de huano, pero con tantos laureados encabezados por la polémica Rigoberta Menchú, ¿cómo es que no han visitado las zonas marginadas de la ciudad o las poblaciones maya hablantes para ver las condiciones tan “pacíficas” en las que viven?

Con la mano izquierda piden por la paz, mientras con la derecha se hacen una trenza muy mona. La realidad de Yucatán no se alcanza a divisar desde el centro de convenciones, y la belleza de nuestro Monumento a la Patria esculpido por Rómulo Rozo tampoco se alcanza a ver, cubierto por el escenario destinado a Ricky Martin, un hombre homosexual, casado y con hijos, impresentable según los diputados del Congreso local. Sí, esos mismos que estarán bailando aquí donde la música está prohibida por hacer mucho ruido, mientras algunos nos preguntamos por qué es tan injusto vivir la vida loca en la ciudad de la paz…

 

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