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Mes y medio después de confinamiento obligado (Yucatán inició el aislamiento social una semana antes que en todo el país, lo cual ha demostrado que fue una buena medida), comienzan a escucharse fechas para empezar a retornar a las actividades: mediados de mayo algunos sectores productivos y 1 de junio el regreso a clases.

No sabemos si es demasiado pronto para ir levantando ciertas restricciones (la ley seca se amplió al 15 de mayo), porque si bien en la entidad no se ve un pico de casos y fallecimientos, tampoco se puede decir que se ha aplanado la curva.

De hecho, a nivel nacional (con epicentro en la capital y el Valle de México) se observa una tendencia al alza en casos sospechosos y confirmados, mientras que la cifra de fallecimientos ya ronda los dos mil.

Por ese motivo, con el Gobierno de la 4T presentó el pasado lunes la iniciativa Juntos por la Salud, que integra a universidades, entes gubernamentales y empresas, con el objetivo de reunir donativos para adquirir insumos médicos para las instituciones públicas responsables de la salud y combatir la pandemia del Covid-19, en momentos en que los hospitales de la capital comienzan a saturarse.

Entonces, el sentido común obliga a pensar que es demasiado pronto para relajar las medidas preventivas, única forma de evitar la propagación del letal coronavirus Covid-19, como han comprobado otros países como España, Italia y Estados Unidos, que avanzan con cautela en la reactivación de su economía.

Aquí, el gobierno federal está presionado por el sector empresarial para comenzar a abrir ciertos rubros, pues Estados Unidos -donde 3.8 millones de personas han quedado sin empleocomenzará a hacerlo la próxima semana, a pesar de que el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, aseguró que México tiene un calendario para atender la contingencia sanitaria, algo que sabe el gobierno de Trump, y que en estos momentos “la reactivación económica no está en la agenda bilateral”.

En la Península también comienzan a prenderse focos rojos, pues prolongar la parálisis de las actividades puede llevar al colapso a micro y pequeñas empresas, lo que impactará en la pérdida de fuentes laborales que será muy difícil recuperar, y en este tenor se inscribe la propuesta de la Asociación de Gobernadores de Acción Nacional (Goan) al presidente López Obrador de aprobar una serie de apoyos para mantener los empleos en el sector turístico, uno de las más afectados por la pandemia del coronavirus.

Con este escenario, las autoridades enfrentan una decisión compleja, pues todos estamos de acuerdo en que la prioridad es la salud y la protección de los enfermos, pero ¿cómo sobrevivir si no se abre la actividad económica?

Anexo "1"

Acostumbrados al encierro

No es casualidad que quienes mejor toleran el "encierro" son los miembros de las fuerzas armadas -- incluidas sus familias--, pues están acostumbrados al confinamiento en muchos momentos de la vida militar: guardias, acuartelamientos, arrestos, partidas, destacamentos, alertas (ejercicios militares o navales)  y los días de navegación cumpliendo órdenes de operaciones en los buques, que puede durar días o meses.

Claro, como bien dijo nuestra querida Elena Arcila, lo que molesta es el aislamiento obligado, porque la mayoría de quienes vivimos esas experiencias en la Armada,  por ejemplo recordamos con agrado esos días o meses a bordo confinados con unos 50 o 100 compañeros, travesías en los que a veces no se tocaba puerto hasta por un mes, siempre con el deseo de retornar a nuestra base y abrazar de nuevo a nuestras familias, aunque a veces surgían los “anexos” que prolongaban los viajes.

La tradicional canción de los navales “La bella Lola” dice en una de sus parte: Y nosotros los pobres marinos/ hemos hecho un barquito de vela/ pa’vivir en el  centro del mar/ que ya no se puede vivir en la tierra”. Sin embargo, no hay como llegar a puerto y regresar al hogar.  

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