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El ópalo, una piedra que resulta tal vez enigmática por sus colores, pero que, en esencia, es arte de la naturaleza, de lo simple y lo más bello, pues este mismo, en partes distintas de este hermoso país, es extraído en zonas diferentes, sin embargo, no tan comunes, y es por ello, que su pureza se hace incomparable, pues dicho misticismo en su composición, se presenta acompañado del hecho de que no existe ninguno igual que el otro. Y,por lo tanto, tengo el firme pensamiento de que así somos los seres humanos, pues resultan, de alguna forma, unos más maravillosos que tantos otros, porque en el corazón, poseen la pureza de los colores que, a la luz, se transforman en hermosa presencia que dota de encanto al alma. Luego entonces, es que, termina siendo como el humo que se disipa a través del resplandor de la luz que llega desde una ventana como una bocanada de esplendor.

Todos llenos tras un enigma difícil de descubrir, pero al final, siendo tan valientes como el ímpetu que lo intenta una y otra vez hasta encontrar su caudal y su propia dicha; pero, pocos han de ser los aventureros que se atrevan a tanto, y muchos han de ser los que dejen la felicidad vacía. Y es entonces, que, para entenderlos, no necesitamos ser grandes visionarios, sino apasionados en el arte de contemplar y de entender, que una sonrisa es tan equiparable como el trinar de las aves, como el aroma de las flores en plena primavera y también como el calor de una mano amiga. Por lo mismo es que resulta increíble, cómo algo tan natural, puede resultar fascinante, tan inquietante y al mismo tiempo, a través de nuestra perspectiva, poder llenarnos de tanta paz.

Sin embargo, como en todo lo de esta existencia, hemos de ser cuidadosos con lo que se elige, con lo que nuestros sentimientos dictan y con lo que la mente decide. Pero, es entonces, que, en este mundo tan banal, después de tantas afrentas, en algún momento, próximo o lejano, necesitamos entender lo que el interior está exclamando. Que, si son pocas o muchas cosas, ya el destino lo indicará, pero jamás hemos de permitirnos que se nos olvide lo mucho que somos capaces de amar.

Y es por ello que a la vida sólo nos queda agradecer, de todo lo bueno y malo que nos hizo aprender. Pues si existen nubes negras sólo falta esperar a que de nuevo amanezca para poder comenzar. Pues no importa el tiempo que nos tome el andar peregrinando, porque es la voz interna la que nos pide seguir luchando.

Es preciso luego saber que no existen veredas tan grandes para el que realmente anhela el sentir, porque los instantes son tan dulces como el amor que podemos desprender. Es en aquella fracción de un período, cuando entendemos, que lo que siempre soñamos, se puede transformar en una realidad, y que, los colores de un ópalo, sólo se contemplan a través de aquellos, que desean con el alma, edificar una nueva realidad. 

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