Resonancias, eco de las lenguas maternas
Verónica García Rodríguez: Resonancias, eco de las lenguas maternas
Quizá febrero es el mes perfecto para sacar nuestro lado más romántico y desempolvar aquellas novelas que, como Madame Bovary, nos hicieron ilusión en la adolescencia; aunque los más ilustrados dirán que esto no se vale ni de broma, que no es de buen lector regresar a una novela rosa; sin embargo, en estas fechas recuerdo a Daniel Penac y sus derechos del lector, en los que nos enseña que los lectores no sólo tenemos obligaciones sino derechos: a cerrar el libro, a leer en cualquier parte y a cualquier hora, e incluso, a no leer; y, entre estos, incluye el derecho al bovarismo, justamente, haciendo referencia a Madame Bovary, a creernos el personaje como ella lo hacía, a soñar mientras leemos; pero más allá de esto, libera al lector de los prejuicios de la Academia, incitándolo a leer lo que quiera y cómo quiera, incluso novelas románticas.
Pero, si bien Cupido ronda febrero, no todo es amor y amistad, también es un mes que nos invita a la reflexión y al orgullo de nuestra identidad, ya que casi al mismo tiempo, el 21 de febrero, se celebra el Día Internacional de las Lenguas Maternas, para recordarnos que la lengua es uno de los elementos identitarios más importantes, ya que nos permite comunicarnos con otros seres humanos, pero sobre todo, nos posibilita explicar nuestro entorno y quiénes somos ante nosotros mismos y frente a los demás. Por lo que, ante el riesgo de la desaparición de algunas lenguas originarias, vale la pena reflexionar y revalorar lo que representa cada una de éstas, no sólo para un pueblo, sino para la humanidad.
En cada hablante cobra vida la cosmopercepción de generaciones anteriores heredada de madre a hijas e hijos. Cuando una lengua se extingue, muere con ella todo un universo, una manera de ver el mundo, muere la memoria de un pueblo.
A pesar de que la lengua maya en Yucatán es una lengua viva, ya que más del 23% de los habitantes son maya hablantes, aún la atención a esta comunidad lingüística, desde las políticas públicas, es a partir de una perspectiva romántica, como si su preservación tuviera un objetivo únicamente arqueológico; esto no permite la integración y desarrollo de la población maya de la Península de Yucatán sin la violencia institucional que permanece en los procesos educativos y sociales.
En palabras del Dr. Fidencio Briceño Chel: “es primordial que el pueblo maya se apropie de la Ley General de Derechos Lingüísticos y exija que las instituciones de todos los niveles utilicen el idioma materno del pueblo maya para comunicarse”, pero, también que las autoridades y gestores educativos tengamos la sensibilidad para apreciar el bilingüismo y los rasgos que éste deja en el leguaje oral y escrito, como el acento o prácticas ortográficas, sin que sean motivo de represión, censura o vergüenza.
El Día Internacional de las Lenguas Maternas debe ser un eco que haga resonar las voces que dicen, hablan, escriben en sus propias lenguas; porque, si bien, aunque hay cosas que se han dicho, una y mil veces, las hay que seguir diciendo hasta que ya no sea necesario.