2023, gracias, pero adiós

Columna de Rosely Quijano: 2023, gracias, pero adiós

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Millones de historias distintas y de corazones sincronizados contarán esta noche los últimos minutos de un año que agoniza para recibir con ilusión y esperanza el inicio del 2024. Todos abriremos una nueva página en blanco para escribir nuestra propia historia que aún no sabemos qué rumbo tomará en este año nuevo.

El 2023 fue doloroso y complejo, pero fue el año que más aprendizajes de vida me dejó. Me enseñó que la vida puede parecer muy injusta y a la vez darte lo que siempre habías deseado; me enseñó a conocer el verdadero rostro de la maldad, el abuso y la envidia, y tenerle lástima; me enseñó que no es lo mismo llorar desconsolada sola, que en unos brazos llenos de amor y ternura.

Al 2023 lo voy a recordar siempre porque desde sus primeros días me arrebató lo que construí con honradez y dignidad por más de quince años, pero me enseñó que en la vida te reinventas, te levantas y siempre habrá almas bondadosas que te abren puertas nuevas que son mucho mejores de las que ya cruzaste.

Este año me enseñó a que nada es para siempre, ni la soledad; y me mostró que en el mismo momento que me arrebataba algo, me ofrecía compensarlo con un gran amor, y lo prefiero, aunque sea esta la frase más trillada del mundo, es totalmente cierta: el amor es lo único que nos salva, nos sostiene, nos mantiene la sonrisa intacta, y el amor jamás me hizo falta. Esa es la gran diferencia entre el que hiere y el que sana, al primero le hace mucha falta.

Con el 2023 se quedan muchos miedos anclados en el fondo de los días, se secan también muchas lágrimas de impotencia, se diluyen con el tiempo personas que no valían la pena, y abandono la obsesión por entregar todo en un trabajo a costa de mi tiempo, mi familia, mi estabilidad emocional, mi salud, mi paz mental y de mí misma.

No vale nunca la pena. Somos sustituibles y nadie es indispensable en ningún lugar de trabajo, pero somos insustituibles y somos indispensables para la gente que nos ama. El 2023 se cierra como ese capítulo del libro donde parece que todo está derrotado, pero en las últimas líneas notamos que asoma la esperanza, y ansiamos seguir al siguiente.

Hay años, seguro les ha pasado, que nos enseñan a cómo seguir adelante con lo necesario, a despojarnos de las cargas innecesarias, sean personas o situaciones, y a quedarnos sólo con lo que nos aporta positivamente a nuestra paz. Nadie sabe lo que le depara el año nuevo, pero siempre deseamos que sea mucha felicidad, salud y amor para todos los que amamos.

El capítulo del 2023 lo cierro con la palabra gratitud, a quienes fueron leales, a quienes me dieron la mano para sostenerme o me abrieron oportunidades, a los amigos que se quedaron y a la dicha de haber conocido a gente nueva; y a los corazones que siguen latiendo en la misma sintonía que la mía. 2023, gracias, pero adiós. Les deseo a todos que el 2024 se construya con esperanza, gratitud y amor. ¡Feliz Año! 

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