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En catalán hay una hermosa palabra para referir a toda aquel, aquella que siente una pasión extremada por la literatura y, por lo tanto, por los libros: lletraferit, letraherido(a); en inglés book loovers, bibliófilo en español y en todos los idiomas hay una forma para referirse a quienes tienen este amor desmedido por las letras, pero quizá la del catalán es la más acertada; la literatura deja marcas, huellas, heridas, caricias o cicatrices en los lectores, las letras nos hieren y nos salvan, nos curan y nos marcan. Precisamente un libro, el de “Librerías” (Ed. Anagrama), de Jorge Carrión, es un ensayo maravilloso sobre los mundos de los libros, los lectores, las librerías, del sector editorial, los escritores y, por supuesto, los lectores.

En él, el autor nos da un recorrido por datos, sitios e historias de las librerías más extraordinarias y curiosas del mundo. Para Carrión las librerías son como restos arqueológicos, y esta belleza de libro lo llevó a la pantalla con la serie “Booklovers” que se encuentra disponible en la plataforma CaixaForum; hasta ahora hay disponibles 5 capítulos, en los que nos invita a ser detectives urbanos para descubrir los lugares más curiosos y extraordinarios de libros, así como personajes letraheridos, quienes viven entre y por los libros en las ciudades de Barcelona, Ciudad de México, Buenos Aires, Madrid y Lisboa.

La arquitectura y el diseño de cada episodio son piezas de arte, la edición y sus componentes logran deleitarnos con las imágenes y los comentarios de los entrevistados sobre cómo las librerías y las bibliotecas son partes fundamentales de las ciudades, son espacios de convergencia y de encrucijadas. Los libros se apropian de espacios para habitarlos, y ciertas ciudades le otorgan su lugar, valoran su importancia y ofrecen a sus ciudadanos lugares dignos para leer.

En Buenos Aires, por ejemplo, un hermoso teatro del siglo XIX es hoy una de sus librerías más bellas y famosas; la Biblioteca Nacional de Madrid es un lujoso espacio icónico y lleno de memoria donde conservan todo lo que se publica en España; en Ciudad de México, la famosísima calle de Donceles donde todavía sobreviven pocas de las librerías de viejo y donde todo verdadero letraherido hemos encontrado alguna joya entre sus muros tapizados de libros.

En Mérida poco a poco han ido apareciendo pequeñas librerías donde los libros son más que libros y el espacio y su estética son importantes: el café literario “Sempere”; la Cafebrería “Dos encuentros”, ubicada dentro de la Quinta Montes Molina; el Centro cultural “Punto Mid” y, no puedo, ni debo dejar de mencionar, la librería de la Sedeculta, ubicada dentro de la Biblioteca “Manuel Cepeda Peraza”, un pequeño espacio dedicado a las letras de Yucatán, lugar que tuve la fortuna de haber podido ubicar ahí, acondicionar y dejarlo creo (espero) un poco mejor de como lo encontré cuando llegué; después de todo la vida y el trabajo se tratan de eso, irnos con la satisfacción de haber cambiado algo para bien, y que ojalá alguien más lo deje aún mejor. Se trata de avanzar. Soy una letraherida que siempre que se trate de libros no sé decir no. 

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