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Joaquín Díaz Mena tiene todo para construir una Gubernatura trascendental. Recibirá un Estado con seguridad pública, algo raro en el resto del país y en nuestra Península. Gobernará una entidad con una economía pujante, justo cuando hay nubarrones incipientes para la economía nacional en el 2025 y los porcentajes de crecimiento en el 2024 se adelgazan.

Presidirá instituciones públicas estatales al menos funcionales. La sociedad yucateca no parece gravemente polarizada y es claro que la mayoría respalda una transformación aún en medio de una situación aceptable para el estado general de las cosas públicas.

En suma, el Gobernador electo recibirá una entidad que funciona y una sociedad que sin estar en crisis o en el colapso decidió que era tiempo de buscar nuevos caminos y rutas para obtener la prosperidad y la dignidad colectiva.

Joaquín Díaz Mena tiene todo, menos tiempo.

Los lectores de Novedades Yucatán levantarán una ceja y pensarán que el razonamiento es absurdo, pues pareciera que tiempo es lo que sobra para un Gobernador que ni siquiera ha iniciado su mandato. Sin embargo, eso no es tan sencillo. Para gobernar bien (a secas o como siempre) es suficiente el mandato y el tiempo que se recibe, ese fue el caso de los últimos gobernadores de Yucatán, a los que les bastaba seguir puliendo el modelo de desarrollo y convivencia social ya establecido. Se trataba de mejorar lo que ya existía con nuevas prácticas y ajustes creativos. Eran ejercicios de eficiencia.

Ese no es el caso del mandato que iniciará en el 2024. El mandato y -por tanto- la obligación, es de transformación y las transformaciones se cuecen aparte en complejidades y exigencias y en ellas (en todas) el tiempo apremia.

Vean al presidente Andrés Manuel López Obrador empujando su agenda hasta el último minuto y dejando muchas de sus obras emblemáticas, desde el Tren Maya hasta refinerías, aeropuertos y complejos logísticos en arranques parciales, eso sin mencionar su cartera de reformas legales y constitucionales que no ha sido desahogada. Seis años a nivel federal dieron apenas para cimientos básicos, el segundo piso, que en mucho sería el primero, requerirá 6 años más.

En Yucatán seis años se irán como arena entre los dedos si se quiere de verdad crear un nuevo modelo de desarrollo con otras implicaciones y frutos sociales. El primer año, los primeros 12 de un total de apenas 72 meses, se pueden ir volando si no se pone atención. Pongamos un ejemplo obvio. Se toma posesión en octubre con presupuestos apretados y con recursos ya etiquetados, es decir, con un presupuesto que corresponde a otro Gobierno y a otras prioridades; se llegará con funcionarios que deben encontrar dónde está el teléfono en su oficina y con un Gobierno Federal que estará en el mismo tenor y circunstancia.

Son meses que se pueden perder en el aterrizaje o que se pueden aprovechar desde el primer minuto si el futuro Gobernador configura desde ahora el presupuesto que presentará al Congreso en el 2025 y empieza a pensar sobre los márgenes de maniobra y reasignación del presupuesto corriente que reciba desde el primer día (lo que implica tener muy claro dónde está hoy y hacia dónde quiere ir).

Claro que hay muchísimas cosas que se pueden hacer sin dineros, esto es, el entramado legislativo y normativo que requerirá para hacer funcionar sus iniciativas y proyectos sociales, de obra pública, logísticos y demás. Resultará crítico lo que el nuevo Gobernador haga entre octubre de este año y marzo del año que viene, pues serán los seis meses en los que deberá gobernar sin recursos frescos, pero son los meses para preparar el futuro antes que el Gobierno arranque en pleno y con eso empiece a ganar el apuro de la cotidianidad.

Así, siendo muy estrictos, julio, agosto y septiembre -esos meses que parecieran de receso- son críticos, pues son los meses para imaginar y concebir todo un Gobierno (por lo menos su arranque estratégico), para que en octubre todos esos conceptos se puedan traducir en planes y programas y luego, a partir de marzo-abril de 2025, esos planes comiencen a ejecutarse. Esas son las realidades mecánicas y crudas, ya vendrán otras formalidades como el Plan Estatal de Desarrollo.

Tiempo es lo que hace falta en un estado que pareciera tener todo lo demás para una transformación ejemplar. Eso marca el reloj de Novedades Yucatán.

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