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En Novedades Yucatán sabemos muy bien que Yucatán tiene aproximadamente 2.6 millones de habitantes, pero sabemos también que nuestro Estado pesa mucho, muchísimo, en el imaginario nacional.

En la definición de lo mexicano, lo yucateco es un ingrediente muy importante. Los sabores, la música, la literatura, el acento y la grandeza maya de Yucatán son esenciales para entender la mexicanidad entre los propios mexicanos y hacia el extranjero. Yucatán pesa en el ánimo y espíritu nacional muchas veces más de lo que podría pesar de manera aislada su economía, demografía y geografía. Yucatán cuenta mucho y para muchos.

Dicho eso, la responsabilidad del mandatario estatal en ciernes es enorme y, por tanto, también su oportunidad, eso es lo que postulamos en esta casa editorial. Así, si la Cuarta Transformación hace una tarea trascendental en el Estado, eso marcará e inspirará rumbos en todo México, pues se mezclará la ideología guinda con el potente ingrediente de lo yucateco. Yucatán ofrece todo para demostrar que la 4T no sólo puede lograr cambiar el rumbo de lo que está mal en una sociedad; en Yucatán se puede llegar a dejar muy claro -con Joaquín Díaz Mena- que la 4T es la opción del futuro deseable. Eso es una gran diferencia.

Vayamos directo al grano. A nivel nacional la 4T dedicó buena parte de sus esfuerzos del 2018 al 2024 a dar dirección a un país que no caminaba bien. Al presidente Andrés Manuel López Obrador se le fue el sexenio en construir el primer piso de su proyecto (que en realidad es un eufemismo para decir que construyó los cimientos). Ahora se va por el segundo piso, porque seis años no dieron para construir todo el edificio de Nación que Morena desea.

En Yucatán el escenario es muy distinto, el Estado funciona: hay seguridad pública, nuestro tejido social es robusto, la economía marcha afinada, llega la inversión y las obras de infraestructura de gran calado están en curso, por dar sólo algunos ejemplos. Por tanto, Joaquín Díaz Mena no necesita llegar a tender cimientos, puede pasar directamente a construir la sociedad yucateca que considera más justa, deseable y para todos. Él tiene los insumos necesarios para lanzarse directo al segundo y hasta el tercer piso de la 4T, algo que no ocurre en buena parte del país.

Al Gobierno Federal de Claudia Sheinbaum lo van a seguir distrayendo los enormes retos nacionales en materia de seguridad pública, gobernabilidad, estrechez fiscal y demás dilemas estratégicos. En cambio, Joaquín Díaz Mena encabezará un Estado que ya tiene gran poder de marca y en el que puede hacer brillar las políticas públicas de la 4T en un escenario privilegiado.

Yucatán, dado que ya tiene cimientos muy sólidos, podría ser el Estado ejemplo a nivel nacional de lo que significa compartir la prosperidad en serio, construir una economía incluyente y social, donde se ponga primero a los pobres, se tenga un sistema de salud envidiable y la seguridad pública se mantenga atendiendo a tiempo y en forma las raíces sociales del problema. Yucatán puede ser la joya que presuma la 4T como el Estado de lo posible, como su mejor escaparate del nuevo México que sí se puede construir y alcanzar. En eso nos iría bien a todos los yucatecos.

Yucatán ha solucionado o evitado que echen raíz en esta tierra la mayoría de los males que tienen en verdaderas encrucijadas a las entidades del resto del país, por lo que es tierra fértil para que la agenda de la Cuarta Transformación vea menos hacia las reivindicaciones del pasado y más hacia las posibilidades y oportunidades del futuro. La biografía de Joaquín Díaz Mena lo hace ideal para la tarea: es un hombre propositivo y constructor de puentes, es un edificador y no un demoledor.

Si el nuevo Gobernador convierte al Estado en la joya ejemplar donde las virtudes de la agenda e ideología de la 4T den los mejores frutos, el peso político de Yucatán y su mandatario serán enormes. El Estado que sea muestra del mejor futuro, tendría la relevancia no de 2.6 millones de habitantes, sino de 26 millones, y se obtendría el punch para que Yucatán sea prioritario en recursos, gestiones, inversiones y decisiones políticas federales. El poder de la marca Yucatán y la marca 4T se pueden combinar en los próximos seis años para beneficio de todos y para que nuestro Estado sea el mejor escaparate de la Transformación. Ahí está la expectativa, la oportunidad y la esperanza.

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