El desafío del retorno a clases
Cesia S. Rodríguez Medina: El desafío del retorno a clases
Después de haber concluido en 30 entidades del país el periodo de vacunación para el personal educativo, las instituciones escolares públicas y privadas, se preparan para el retorno a clases seguro, acondicionando las instalaciones escolares con todas las medidas y protocolos sanitarios que se requieren para la prevención del contagio por el virus de Covid-19.
Sin embargo, aunque aseguren las autoridades federales y estatales la confianza de estar en condiciones para impartir clases presenciales en semáforo verde procurando la integridad y bienestar de las niñas, niños y jóvenes como de la comunidad educativa, el planteamiento del regreso se mantendrá en las dos modalidades, presencial y a distancia, siendo la primera voluntaria, por lo que dependerá de la decisión de los padres de familia o tutores de los estudiantes, la organización entre estos dos modelos será sujeto a las condiciones y realidades de cada escuela acorde con el semáforo epidemiológico de cada Estado, de antemano priorizando la salud de todas y todos.
Por este motivo, la Secretaría de Educación Pública (SEP) emitió el pasado jueves 27 de mayo, un boletín donde se integra el documento “Guía de Orientación para la Reapertura de las Escuelas ante Covid-19”, publicación que siguiendo las recomendaciones de la Secretaría de Salud como de organizaciones nacionales e internacionales, detalla una serie de acciones administrativas, pedagógicas y de cuidados sanitarios para reabrir las escuelas.
Estas sugerencias son necesarias, no obstante, que no podemos dejar de reconocer que la magnitud de la crisis por la pandemia impactará no sólo en el aspecto personal y social, sino en el aprendizaje de los alumnos, como también en el abandono escolar y el rezago educativo.
Aún sin datos precisos, un porcentaje considerable de estudiantes suspendieron su formación escolar, y aunque existe una propuesta de recuperación por parte de la SEP, el sistema social y económico no ha sido benévolo con la población en condiciones de pobreza, la paralización de los medios de producción dejó a menester de la miseria a muchas familias que en la crisis económica acudió a buscar su subsistencia dejando como secundaria la formación escolar de sus hijas e hijos, además, las brechas del acceso a los recursos digitales ha venido afectando la permanencia en la educación.
Ante la presión de estabilizar la economía e impulsarla, organismos internacionales como el Banco Mundial resume como urgente en un comunicado de prensa del mes de marzo (2021): “recuperar el terreno perdido y aprovechar la oportunidad para mejorar los sistemas educativos aprovechando nuevas tecnologías”, asimismo, añade sobre el daño que podría ocasionar la suspensión de clases en el “capital humano” de los niños, niñas y adolescentes, atribuyendo como resultado una posible “pobreza de aprendizaje”, situación que repercutiría en la futura productividad.
Sabemos que la preocupación radica en la pérdida de ingresos económicos, las políticas neoliberales no han dado respuesta para mejorar las condiciones de inclusión y equidad de la población más vulnerable, es urgente asegurar la continuidad escolar y rescatar a la niñez y la juventud de esta crisis de la que son víctimas.