El campo yucateco, sin empleos ni pasteles

Gínder Peraza: El campo yucateco, sin empleos ni pasteles

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Los dos jóvenes eran gente de campo, o de mar, y luego de verlos en “La cocina de doña Betty” uno se preguntaba qué hacían ahí, subutilizados en picar verduras y carnes en vez de estar cuidando ganado en un rancho, o cultivando con diligencia sembradíos de amplia gama de frutas y frutos.

–¿Y esos? ¿Son sus nuevos ayudantes, doña Betty? –preguntó doña Lulú mientras entregaba el recipiente que llevó para comprar dos raciones de comida.
–No hay trabajo, doña Luli, en los ranchos hay poca actividad porque las lluvias están escasas, y tampoco están saliendo a pescar desde Dzilam Bravo por culpa del mal tiempo –explicó la veterana cocinera.

Con frecuencia, en medios impresos y digitales “conviven” noticias buenas y malas acerca del empleo y desempleo. Unas afirman que se han creado decenas de miles de plazas laborales bien remuneradas, que la carestía ya está bajo control y que los inversionistas privados tienen todas las ventajas y facilidades para levantar empresas y darles ocupación a cuantos quieran trabajar. Claro, las visiones positivas se refieren a lo que se ve desde la capital del Estado, no a lo que pasa en los 105 municipios del interior, donde el crecimiento económico sigue frenado por lo que parecen caprichos del Gobierno.

Hay muchos casos de empleo y desempleo en las poblaciones del interior estatal y entre los que más vale la pena citar están los proyectos de construir parques de producción de electricidad limpia, a partir de las energías solar y eólica, abundantes en nuestra entidad.

Desgraciadamente, el reciente miércoles 15 el Gobierno federal, haciendo caso omiso de las recomendaciones, tendencias y estudios mundiales que exhortan a dar preferencia a las energías limpias, dejando atrás las fósiles –petróleo y carbón, principalmente– que tanto daño hacen al planeta, anunció que negó el permiso para que diez empresas privadas lleven a cabo igual número de proyectos para generar electricidad mediante fuentes solares y eólicas.

De esos diez proyectos abortados por el Gobierno federal, cuatro se realizaban en suelo yucateco, para lo cual inversionistas particulares aportaron sus propios recursos. Decenas de campesinos tenían la esperanza de recibir de las empresas constructoras un buen ingreso por la renta de sus terrenos, en la mayoría de los cuales es muy difícil desarrollar alguna otra actividad productiva, dada la delgada capa de tierra que en general tienen esas áreas.

En nuestra franja costera (de 4 a 6 km de ancho) hay agua a poca profundidad, pero se requiere invertir en su extracción y distribución, y por otro lado resulta un “suicidio” depender del régimen de lluvias, cada vez más irregular. ¿Y ahora qué comerán los hombres y mujeres del campo? Podrían ser pasteles, si seguimos la presunta recomendación de la reina María Antonieta a sus súbditos flagelados por el hambre.

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