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La semana pasada vi en la televisión un especial de comedia que durante los últimos 20 minutos habló del cáncer; los chistes que, supongo, pretendían buscar las risas solo me hicieron pensar en quienes escuchaban a este personaje recordar a su hermano fallecido a causa de esta enfermedad tratando –al mismo tiempo- de divertir a su público y hacer un homenaje a quien lo había hecho feliz. Para mi gusto, no lo logró. Sin embargo, me dejó pensando que muchos tenemos un amigo,  familiar o conocido que ha sobrevivido a este mal. Y la reflexión me llevó al 4 de febrero, fecha en que se conmemora el día mundial contra el cáncer.

De acuerdo con cifras de la Organización Mundial de la Salud, es la segunda causa de muerte y un 70% de las defunciones se registran en países de ingresos medios y bajos debido a cinco factores: índice de masa corporal elevado (sobrepeso), poco consumo de frutas y verduras o mala alimentación, falta de actividad física, fumar tabaco y beber alcohol.

En 2017, más del 90% de los países de ingresos altos ofrecieron tratamiento a los enfermos oncológicos, mientras que en las naciones menos afortunadas económicamente este porcentaje es inferior al 30%. Dice la OMS que el gasto por la enfermedad en 2010 ascendió a 1.16 billones de dólares.

Buscando una descripción del cáncer encontré que se llama así a un amplio grupo de enfermedades que pueden afectar a cualquier parte del organismo. Su característica es la multiplicación rápida de células anormales que pueden invadir partes adyacentes del cuerpo o propagarse a otros órganos, un proceso que se denomina metástasis.

Podría seguir repitiendo las palabras que ilustran el trabajo de las organizaciones mundiales respecto a este tema, pero creo que el principal trabajo que he descubierto está en la sociedad, donde hay héroes y heroínas que comparten su historia y dedican su tiempo para compartir su experiencia, cómo superaron el padecimiento y otros temas que ayudan a quienes atraviesan un momento así.

A mi alrededor existen muchos sobrevivientes que se comprometieron con su organismo, a quienes el universo les concedió la oportunidad de continuar en el mundo para aportar. Una de esas mujeres maravilla es Leyla Cortés, extraordinario ser humano con ganas de reír, trabajadora incansable que tiene tiempo para compartir su existencia, con asombrosas ideas para mejorar el desempeño laboral de muchos, con espacio para cuidar de los suyos, como ejemplo que inspira a pensar que la adversidad no siempre es suficiente. 

Este año hay una campaña que lanza la Unión Internacional contra el Cáncer con la temática “Yo soy y voy a” para ser apoyo aun de nosotros mismos y tener una vida sana que incluya suficiente actividad física, al menos caminar los diez mil pasos recomendados por el teléfono celular, comer sanamente, limitar el consumo de alcohol y evitar la exposición excesiva al sol.

Así que yo mejor aprovecho que es lunes para alegrarme que comenzó febrero y solidarizarme con quienes buscan mejores formas de celebrar la vida. ¡Que sea feliz!

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