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El pasado domingo 31 de agosto en Alemania, el partido ultraderechista Alternativa por Alemania obtuvo un resultado espectacular en las elecciones regionales de Turingia y Sajonia quedando en primer y segundo lugar respectivamente. Muchos analistas perplejos se preguntan ahora, ¿cómo es posible la vuelta de los ultras en el país que parió el horror del nazismo, con una memoria histórica supuestamente consolidada sobre lo que significó la barbarie hitleriana?, ¿qué ha pasado en la sociedad alemana para que, en la actualidad, Björn Höcke, dirigente de Alternativa por Alemania en Sajonia, haga suyo el viejo lema de la SS: “Todo por Alemania” y haya sido el candidato más votado de su región? Lucha de clases y guerra cultural.

La mayoría de los análisis que explican el fenómeno se pierden en la incredulidad y el horror, aportando pocas claves, dando explicaciones muy ambiguas o directamente cometiendo el gran error de los opinadores de turno: echarle la culpa a la gente de su comportamiento (si usted lee un estudio, análisis u opinión que siga este criterio, desconfíe profundamente).

El manual del auge del fascismo conlleva una serie de condiciones. En primer lugar, necesita de una crisis económica (inherente al capitalismo) que lleve a los poderes oligárquicos a lanzar a la clase trabajadora contra un falso enemigo (inmigrantes, pobres, las feministas, la comunidad LGBT o la agenda 2030) y así la mayoría social no ponga en cuestión sus grandes fortunas y sus privilegios de clase (tratamiento informativo: la culpa de las crisis no la tienen las grandes corporaciones sino el migrante hondureño que huye de la pobreza, y además es un potencial violador, ¿te suena de algo?) Así funciona el enorme poder de los cañones mediáticos.

Todo lo anterior funciona para el florecimiento de la ultraderecha, pero también como una medida de disciplinamiento de aquellas fuerzas que se dicen progresistas, pero que ética e ideológicamente carecen de fundamento, convirtiéndolas en presa fácil para la presión mediática y aceptar los marcos discursivos de la derecha (No Pienses en un Elefante-George Lakoff, quien impone el tema del debate, gana el debate).

Es así que, por ejemplo en Alemania, el Gobierno semáforo (nombrado así por los colores de los partidos que lo integran: socialdemócratas, liberales y verdes) es el que más ha sucumbido a los marcos de la ultraderecha en Europa apoyando a Israel en su genocidio en la Franja de Gaza, alineándose al régimen de guerra derivado de la invasión rusa de Ucrania, aumentando el gasto militar en detrimento del gasto social o adoptando políticas migratorias más restrictivas.

Correrse al centro nunca ha sido un acierto. La adopción de planteamientos de derecha por parte de opciones de progresistas para calar en el electorado es un craso error. No se gana a la ultraderecha pareciéndose a ella. Como bien lo señala Pablo Iglesias, la batalla cultural precede a la batalla cultural.

Es por eso que la izquierda que busca ejercer una hegemonía cultural que le permita realizar grandes transformaciones de calado social debe entender que no es tiempo de moderación y defender profundamente su ética y filosofía. Nadie murió gritando: “viva el centro”. Es tiempo de batalla cultural y proteínas ideológicas. Quién impone el tema del debate…

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