El niño del velero y la educación en México

Daniel Uicab Alonzo: El niño del velero y la educación en México.

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En la cubierta principal del velero “Cuauhtémoc”, un niño de unos once años de edad acaparó la atención de quienes visitábamos el buque escuela de la Armada la mañana del viernes de la semana pasada en Progreso, donde cumplió una estancia de 5 días. El segundo comandante, un capitán de fragata, le explicaba que el barco estaría esperándolo para ser uno más de los cadetes que ahí realizan sus prácticas, y para lograrlo le invitó a seguir estudiando. El pequeño Dylan, según nos comentó el presidente de la Asociación de Retirados de la Armada en Yucatán, que observó ese momento, quería quedarse a bordo, fascinado por la embarcación y al ver a los alumnos de la H. Escuela Naval que guiaron nuestra visita.

 Fui testigo de ese momento en el icónico velero de la Marina –que visité por primera vez acompañada de la menor de mis hijas (que no vivió mi tiempo en la Armada) y su novio– y pensé que más niños y jóvenes deberían conocer al “Embajador de los mares”, para que los conquistara, como a ese niño que acudió con su familia, y los motivara a continuar sus estudios, la mejor arma para enfrentar la vida. Y lo digo porque la educación en el país sigue en franco retroceso y no sólo por la afectación por la pandemia de coronavirus; inició desde hace varias décadas, quizá desde la descentralización del sistema con Ernesto Zedillo. Planes y programas con diversos modelos pedagógicos y enfoques (estructuralismo, competencias, etc.) que cambian de un sexenio a otro, sin que logren aterrizarse. Y no se corrige la plana, no se aprende la lección.

Por eso nuestros niños y jóvenes reprueban la prueba Enlace (la SEP de plano dejó de aplicarla) y el país está igual en las evaluaciones internacionales, como PISA, que promueve la OCDE. Y cómo no, si desde hace años se prohibió reprobar a los educandos en primaria y secundaria, lo cual se ratificó al finalizar el curso este año con un decreto que establece que “ningún alumno podrá tener en su boleta de evaluación una calificación inferior a 6”. La SEP argumentó que era “para favorecer la reinserción escolar y permanencia de estudiantes en el Sistema Educativo Nacional”, pero se contradice al señalar que “para evaluar el ciclo escolar 2021-2022, se tomarán en cuenta los logros de los aprendizajes”. Pero, ¿si no hay logros ni avances…?

 

 

 Gobiernos, maestros, sindicatos y las “coordinadoras” han contribuido a esta caída de la educación en México: los secretarios del ramo tampoco han estado a la altura de las circunstancias –ya no hay un Vasconcelos, un Torres Bodet, un Agustín Yáñez–, la actual, Delfina Gómez, con un “tache” a su paso por la Alcaldía de Texcoco por extorsionar a los empleados, está más preocupada por obtener la "palomita" para la candidatura por el Estado de México; por su parte, el magisterio dejó de ser un apostolado para ser un escalón para puestos políticos, y de los sindicatos mejor ni hablar porque han sido el peor lastre.

 Se preguntarán qué tiene que ver todo esto con el niño del velero. Pues bien, una vez más reiteramos que, ante el fracaso del Estado mexicano de cumplir con el mandato constitucional de garantizar a la niñez y a la juventud el derecho a una educación de calidad, las escuelas militares del Ejército y la Marina son un oasis en este mar de incertidumbre, porque ahí se cumplen los días-clase, los maestros no faltan, se incentiva a los mejores alumnos, se motiva a la superación, se inculcan valores y amor a la patria.

Sí, nada especial, pero se inculca algo que sirve no sólo para que la juventud se labre un mejor futuro, sino también para toda la vida: disciplina.

 

 

Anexo “1”

Modelos de la niñez

Hace 16 años escribimos estos acaecimientos dedicados a los maestros, de los que hacemos un breve resumen:

Los recordamos con afecto como formadores de nuestros primeros años. Eran respetables y respetados. Además de los conocimientos, nos enseñaban valores. Así eran nuestros primeros maestros, los de primaria, porque en los años 60 los jardines de niños aún no estaban de moda.

Los que nos dieron clases (en el Distrito Federal) eran puntuales. Ellos, con traje y corbata, cabello recortado, bien afeitados y zapatos boleados; ellas, elegantes, con traje sastre o vestido, zapatillas y peinados a la moda de entonces. Nunca realizaban juntas sindicales en horas de clases, por lo tanto, los días inhábiles eran pocos en nuestros colegios. Pero el aprendizaje era lúdico, realmente disfrutábamos asistir a la escuela, y ellos… eran modelos de nuestra infancia.

Los cambios se fueron dando paulatinamente. El ciclo escolar se corrió de septiembre a junio, cambiaron los libros de texto, se fragmentaron las materias de Lengua Nacional, Ciencias Naturales, Aritmética y Geometría e Historia y Civismo. Paralelo a ello, sexenalmente se fueron creando planes, proyectos y programas tendientes a un solo fin: mejorar la calidad educativa”.

El texto sigue vigente: no hemos avanzado.

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