Elecciones presidenciales de papel

Rodrigo Ordoñez: Elecciones presidenciales de papel

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El reacomodo de la posición de los escritores ocurrió una vez concluida la Revolución Mexicana. Los intelectuales abrieron una discusión literaria sobre la figura que debía o debió ocupar la presidencia de México, con una clara preferencia por el jefe del Ejército Constitucionalista, Venustiano Carranza, ya que para ellos representaba la lucha a través de la vía legal, en vez de la armada.

Así, los textos canónicos centran la discusión entre ambas figuras. Mariano Azuela coloca en su novela Los de Abajo a Francisco Villa en el extremo de la discusión. Lo remite a ser una palabra que representa todo un ideario político, sin embargo, al configurarlo como un ser etéreo, casi como un sueño, le resta substancia a sus obras así como lo reduce a la frase: “hacer ricos a los pobres y pobres a los ricos”. Entonces, no ofrecía una reforma social amplia para México, sino que transforma el ideario villista a una inversión de quienes ocupan el poder. Por su parte, Martín Luis Guzmán explora la dualidad Villa-Carranza en su novela El Águila y la Serpiente, reduciendo al primero a una especie de bestia feroz, mientras que a Carranza lo describe como una persona de elevada calidad moral.

En este período literario, el caso de Emiliano Zapata es especial, porque dentro de las producciones literarias de los primeros años posrevolucionarios es silenciado su ideario político y su figura, sin que sea abordado como un personaje literario. Esto es aplicable en la novela, porque en los cuentos cortos hay una extendida divulgación del ideario político zapatista. Entonces, la recepción de la reforma agraria de Zapata sirve de pretexto a los escritores posrevolucionarios para referirnos a la vida de los campesinos y los conflictos ocasionados por los latifundistas al intentar apoderarse de las tierras ejidales. Una de las primeras menciones a Zapata está en el cuento de Tierra y Pan de José Mancisidor, cuyo argumento es el deseo de un campesino de ingresar al zapatismo.

A pesar de que los artistas de la Revolución Mexicana estuvieron al servicio de la naciente sociedad democrática, optaron por la ruptura radical con el pasado literario emanado del Realismo y Naturalismo, creando una narrativa basada en el movimiento armado. De este modo se establecen analogías entre el proceso revolucionario y el proceso de modernización: desvalorización de la herencia tradicional. La postura que adoptaron los escritores fue la sacralización laica de la educación en las escuelas, además de considerarse los portadores de los verdaderos ideales de la Revolución Mexicana, se posicionaron en la sociedad como los canales idóneos para transmitir esos conocimientos.

Los escritores de la época no sólo concentraron sus propósitos en educar, sino que propusieron guiar la modernidad del país utilizando la “cultura” como parámetro orientador. Para materializar sus anhelos, se reunieron como élite intelectual con gran injerencia en la política y la cultura. Con su consolidación como grupo social activo, la meta principal era reducir los índices de analfabetismo para otorgarle solidez a los cimientos de la entrada a México a la modernidad

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