En la “militarización”, protagonistas sin voz
Daniel Uicab Alonzo: En la “militarización”, protagonistas sin voz.
Antes, en el no tan lejano siglo pasado, los padres decidían qué carrera deberían estudiar sus hijos. Estas decisiones tomadas, generalmente por el padre de familia, truncaban las aspiraciones y la vocación de sus vástagos, y daban al país profesionistas frustrados que se quedaban en la medianía, ya que pocos se atrevían a disentir del autoritarismo paterno.
Ahora es diferente y con mayor frecuencia escuchamos a los padres decir en relación al futuro de sus hijos: “lo que él (o ella) desee estudiar, siempre y cuando le guste”, u optar por un oficio. Esto permite evaluar una decisión en familia, privilegiando el deseo del protagonista, así como los pros y contras en función del presupuesto, nivel de escuelas y otras opciones.
En este contexto, hoy dos temas acaparan la atención de la opinión pública y se debaten en la arena política: la reforma presidencial preferente -no constitucional, sino legal- para que la Guardia Nacional (GN) se consolide administrativa y operativamente y quede adscrita a la Secretaría de la Defensa Nacional. Y la iniciativa de un partido para extender la presencia de los militares en tareas de seguridad pública hasta el 2028, en vez de 2024, que amenaza con hacer naufragar la alianza opositora.
Independientemente del resultado que surja en las cámaras donde se discuten esas iniciativas, es de destacarse que no se escuchó la voz de los protagonistas, es decir, las fuerzas armadas, que desde el 2006 fueron incorporadas al combate al crimen organizado y se quedaron a realizar tareas de seguridad pública, ante la incapacidad de las policías federal y (la mayoría) de las estatales, como reconocen los actores políticos, a pesar de que siguen capitalizando la “militarización”. La más reciente encuesta del Inegi de este año, sobre seguridad pública, reveló que un alto porcentaje de la población confía en el desempeño de la Marina, el Ejército y la GN (en ese orden).
Si bien se deben acatar las decisiones del Presidente y de los representantes del pueblo (Congreso), valdría la pena haber incorporado a los militares en las discusiones con el Legislativo, escuchar su opinión para enriquecer el debate, pues tanto en el Ejército como en la Marina hay generales y almirantes con especialidad (maestrías y doctorados) en seguridad nacional. Además, quién mejor que los protagonistas para exponer lo que vive la tropa en el teatro de operaciones, los riesgos que enfrentan, sus necesidades de equipo, el marco legal que requieren para actuar en el ámbito civil, etc.
Es cierto que la mayoría de la ciudadanía se considera mejor protegida con la presencia de los militares en las calles, pero también es cierto que se requiere una estrategia de fondo, a mediano y largo plazo, para que las policías alcancen un nivel óptimo de operatividad, de otra manera no saldrán de su letargo. Para ello hace falta, principalmente, presupuesto suficiente para capacitarlos, equiparlos mejor y pagarles buenos salarios; sólo así se podría pensar en el retorno de soldados y marinos a sus cuarteles. El reto no es fácil.
Anexo “1”
Los comisionados
Las comisiones “especiales” en las fuerzas armadas son un asunto de todos los días. Muchos elementos preferían estar comisionados para evadir desde el pase lista hasta ser nombrados para operativos o realizar instrucción militar, pero no todo es para siempre.
Asistente del comandante, cocinero, camarero, cartero, encargado de la Giroscópica, pañolero de cubierta o máquinas, comisionados en el Detall y Estación de Radio o aprendiendo diversos oficios,eran algunastareas que se asignaban a los marineros en los buques de la Marina,con lo cual sus faenas eran menos extenuantes que trabajar en cubierta a pleno sol con rasqueta y piqueta, o en máquinas con el intenso calor y el ruido ensordecedor de los motogeneradores. Por lo general se preguntaba quién deseaba desempeñarlas, de no ser así, se designaba por aptitud y antigüedad, nunca por obligación.
Muchos de esos comisionados hicimos carrera en especialidades como Intendencia y Comunicaciones navales, otros se hicieron contramaestres, condestables (artilleros), motoristas, electricistas, torneros, frigoríficos o carpinteros, unos más se volvían buenos “chef” o panaderos; cada quien iba descollando según su vocación y aptitudes entre un abanico de oportunidades que ofrece la Armada y que incentiva a subir en los escalafones correspondientes al personal de Escala de Mar. Como digo, se escuchaba al protagonista de su propia historia.