¿En serio no pasa nada?
El Poder de la Pluma.
La pura nota fría, de solo números sin comentarios, es suficiente para preocuparse: El reporte que la semana pasada presentó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía afirma que durante 2019 el crecimiento económico de México fue negativo por primera vez en una década, pues el Producto Interno Bruto presentó un descenso anual de 0.1 por ciento.
De inmediato algunos analistas señalaron que avizoran, o ya ven presente, una especie de “recesión técnica”, pero eso no es lo más preocupante. ¿Qué es lo primero que hay que hacer para resolver un problema? Usted seguramente lo sabe: es reconocer que existe, para enseguida analizarlo y buscar la mejor solución. Pero precisamente lo contrario está haciendo la administración federal.
El reporte tan serio como preocupante del Inegi fue minimizado por el presidente Andrés López, quien al contradecir una vez más a los especialistas declaró que, pese a lo que diga cualquier instituto o bloque de analistas, los mexicanos “vamos muy bien, vamos muy distinto a lo que dicen los expertos (…). Ahora se está creciendo y hay más y mejor distribución del ingreso; abajo, la gente tiene más capacidad de compra, más poder adquisitivo la mayoría de los mexicanos, por eso no me preocupa mucho el asunto”.
La contradicción entre lo que reporta el Inegi y lo que dice nuestro presidente no podría ser más trágica, porque no se trata solo de números, sino en realidad de familias, con padres, madres e hijos que se hunden en un drama cuando el jefe o jefa del clan se queda sin trabajo. A nadie se le desea el infierno del desempleo.
Pero eso es lo que está pasando y eso es lo que reflejan los números fríos del Inegi, que muchas familias se están quedando sin sustento porque las empresas de todos los tamaños tienen que reducir su personal, obligadas por el estancamiento económico.
Todos hemos esperado un año con la esperanza de ver ya resultados del gobierno federal, pero nuestras expectativas no solo no se han cumplido, sino que las perspectivas para el segundo año de gobierno de AMLO son grises y sombrías, con un pronóstico de avance del PIB anual de apenas 1%.
A muchos pueden dejar indiferentes las frías cifras económicas, pero muy pocos dirían que les vale un cacahuate el hecho de que en los sistemas de salud federal o estatal no haya medicamentos tan importantes como los que ayudan a combatir el cáncer en niños. En el dramatismo de la afirmación de que no se trata de números, sino de personas, cobra más fuerza el asunto de la escasez o falta total de medicinas que no llegan a enfermos graves.
Ya pasó el primer mes del año y hasta ahora no sabemos si realmente estamos cayendo como dice el Inegi, o si no pasa nada y solo somos argüenderos quienes nos preocupamos por algo que tiene sin cuidado al presidente Andrés López.
Crucemos los dedos por que todo le salga bien a AMLO. ¿O podemos hacer algo más?