Hacia la tolerancia

Si sientes que la intolerancia empieza a ocupar tu camino, habla con aquella persona que te causa conflictos y pide explicaciones, escucha el contexto, analiza su vida

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“Recuerda que cada persona es un mundo y que no en todos los planetas hay vida inteligente”, citaba una imagen anónima en internet que señala la manera en la que podemos ver a otras personas cuando éstas no piensan igual que nosotros: los tachamos de ignorantes, fifís o chairos, como comentaba hace unas semanas, o simplemente como gente tonta, sin capacidad de razonamiento, solamente porque no piensa igual que nosotros.

Esto ocurre cada vez más a menudo en un México que desde la política se divide hasta llegar la vida diaria, donde se ve fragmentada la comunicación en el trabajo y la organización de la sociedad civil, así como los valores humanos y la ética misma.

Pero empecemos a hablar de pensamientos, ese maravilloso proceso químico que nos permite entender nuestro entorno y analizarlo, esa voz que nos consiente hablarnos desde la mayor paz del organismo y por medio de la cual interpretamos el mundo dialogando con nosotros para decidir cómo nos enfrentaremos a cualquier situación.

Este pensamiento funciona con base en la experiencia y la vida de cada quien, diferentes en cada ser vivo, en cada género, profesión y edad. Así que quizá todo tiene que ver de entrada con las generaciones; los más grandes ven con horror cosas que para los más jóvenes no son malas, mientras que éstos miran con aburrimiento a los del pasado hasta denominarlos retrógradas. Si bien los valores no han cambiado, las actitudes y razones sí.

El pensamiento es muy complejo, para la meditación no toma únicamente el hecho actual sino que busca en los conocimientos y el pasado de cada quien; por lo mismo, la razón y el pensamiento suelen ser más completos y mejor elaborados en aquellos estudiosos e incluso longevos; por tanto, tenemos que comprender que frente a las opiniones y decisiones de otros ¡siempre! tendremos alguna diferencia, pues no somos iguales, no vivimos lo mismo, ni queremos las cosas igual.

Esto nos lleva a una incertidumbre frente a las acciones del prójimo, pero es parte de la magia de la tolerancia aprender a aceptarla y vivir con ella, valorando las diferencias que tenemos con los demás y disfrutando de ellas porque eso nos hace ricos como seres humanos.

No en todos los casos, pero sí en la mayoría, la intolerancia es una falta de autoestima al sentirnos menos si nos comparamos con otras personas; quizá de ahí viene la necesidad de algunos pobres de quitarle a los ricos su dinero aunque éstos lo hayan ganado trabajando y de buena fe.

Si sientes que la intolerancia empieza a ocupar tu camino, habla con aquella persona que te causa conflictos y pide explicaciones, escucha el contexto, analiza su vida y expresa tus puntos de vista, tratando siempre de ser respetuoso, pues para lograr la tolerancia hay que tener este otro tan importante valor.

Para concluir con el “show” de esta semana, solamente quedaría recordar uno de los principios básicos de la ética: “Trata al otro como quisieras ser tratado” y seguramente así llegaremos a la tolerancia y la paz.

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