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La semana pasada expresé en esta columna mi opinión de que el túnel propuesto para el tren maya en Mérida me parece inviable, pero no debido a la dureza de la roca caliza típica de la geología de la península, sino a otros factores operativos, técnicos, ambientales, sociales y económicos. Algunas personas me han pedido que aporte algunos datos adicionales en este sentido.

La dureza de la piedra, aunque real, no lo es en grado que imposibilite la construcción de un túnel, por lo que técnicamente sería viable, aunque tendría un costo muy elevado, amenazando su factibilidad económica.

En el aspecto social, enfrentaría una férrea oposición de los meridanos, que ya anhelábamos contar con un gran parque en el sitio donde se pretende construir la terminal, en el que predominara la abundancia de vegetación. Sería un grave error político de la federación querer imponer por la fuerza esta absurda idea, y tenemos ejemplos recientes que comprueban esto.

El daño ambiental es obvio, afectaría irreparablemente la integridad estructural del subsuelo cárstico, y en consecuencia aumentaría los puntos de riesgo de contaminación del manto acuífero, que ya bastantes tenemos.

Técnicamente, en vías ferroviarias se utilizan pendientes muy leves, que van por lo regular desde 10 hasta 20 milésimas, dependiendo del tipo de locomotora y carros que vayan a utilizarse. Esto significa que en 1 km de recorrido recto, puede ascender o descender 10 o 20 metros. En curvas, es recomendable que no haya pendiente o que sea mínima, ya que debe privilegiarse la estabilidad de los vagones debido a la fuerza centrífuga y eso requiere un diseño especial de desniveles entre las vías. También se recomiendan pendientes muy bajas para trenes muy largos, como en el caso de los que combinan pasajeros y carga. En un trazo preliminar que publicaron algunos medios, se observan al menos 3 curvas. Con todas esas restricciones técnicas, se necesitaría que al menos 1 de los 4 kilómetros de los que se habla sea solamente para que el tren vaya poco a poco internándose al subsuelo. Cuando alguien medianamente conocedor hace preguntas o señalamientos sobre esas deficiencias de diseño, responden los responsables del proyecto con alguna “solución” aún más absurda que la “idea” original, lo que nos hace preguntarnos si quienes están a cargo tendrán la mínima idea de lo que están haciendo.

Y hasta aquí, solamente hemos hablado del túnel. El proyecto, si es que se le puede llamar así, padece una ausencia total de información técnica profesional y fundada. Sus mismos promotores han propiciado irresponsablemente que se contamine el tema con la opinología bananera cotidiana, ya que continuamente convocan a foros de discusión, mesas de diálogo, incluso invitando a la comunidad académica, tecnológica, empresarial y científica, pero no presentan más que unos dibujos de caricatura, y comentarios plagados de lugares comunes, que para efectos prácticos resultan sobradamente inútiles.

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