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Con la tecnología, las redes sociales y un planeta milenial con nuevos pensamientos y muchas confusiones, nacieron formas distintas de transmisión de mensajes y mercadotecnia; una de éstas son los llamados influencers, personas que suelen hablar de algún tema que supuestamente conocen y comparten consejos. Según la web, un influencer es alguien que tiene cierta credibilidad sobre un tema concreto, y por su presencia e influencia en redes sociales puede llegar a convertirse en un prescriptor interesante para una o varias marcas. La cosa es saber discernir entre una persona que vale la pena seguir y otra que perdió la moral y con ello la magia, convirtiéndose en una influencia negativa para otros y que causaría daños psicológicos profundos a adolescentes y niños.

El verdadero influencer (que se traduce influenciador) motiva a sus seguidores en redes sociales a través de videos o imágenes a seguir un camino para parecerse a él o ella; resulta una nueva forma de popularidad, pero lo interesante es cómo esto se alcanza. El influencer es una persona segura, alegre, extrovertida; aunque también hay aquellos que en su miedo por no resaltar y su necesidad de fama enseñan más cuerpo del necesario, encontrando así a aquellas personas que se sienten “couches” de vida fit posando provocativamente y, por supuesto, generando muchos seguidores por el morbo; así también aparecen aquellos que intentan aparentar algo que en la vida real no tienen, como lujos y vidas magníficas. Mientras pierden su magia, convirtiendo su valor humano en miradas de perversión y/o envidia, la sociedad que los sigue va cayendo en la misma situación. Un influencer debería llevar al ser humano a su máximo esplendor, ya que tiene las habilidades para ello.

Los jóvenes somos propensos a seguir aquellos actos que nos asombran y por desgracia muchos van tras personas que en lugar de influenciar positivamente continúan con la falta de los valores que tanto necesita México; por ello la importancia de saber diferenciar entre lo bueno y lo malo, para lo cual los padres juegan un papel fundamental que poco a poco han dejado; de igual forma, es relevante decidir a quién seguimos y a quién no vale la pena admirar. Hago un llamado a los padres de adolescentes y niños: ¿saben a quiénes siguen sus pequeños en las redes sociales? ¿Tendrán por medio de ellos buenas influencias? ¿O acaso estarán bajo la mala influencia de una persona inexperta, con poca autoestima, que busca ser aclamada? Invito a los empresarios a contratar a los influencers si resultan ser íntegros, de bien, y no que, con tal de mover sus marcas, se vayan con el amarillismo que daña al mundo resultando ser ellos también partícipes del declive de valores de la sociedad ¿De verdad queremos seguir comprándole a marcas o empresas que emplean la inseguridad de las personas o el morbo para llamar la atención?

Fomentemos juntos la magia, seamos influencers de las cosas positivas, de las emociones magníficas que nos llevan a crecer como sociedad y que brindan herramientas para que la juventud pueda ser mejor.

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