|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

El Día de la Raza, como se le conoce en México, o de la Hispanidad, como le llaman en España, es una de las maneras de nombrar al 12 de octubre, fecha de conmemoración del descubrimiento de América en 1492. A partir de ahí, en otros países recuerdan la labor del navegante Cristóbal Colón, quien (cualquiera que haya sido la verdadera historia) nos enseñaron cómo llegó a este continente a pesar de las dificultades que vivió, para encontrar nuevas rutas que lo llevarían a la India, aunque sin saberlo se volvería ilustre por pisar otras tierras.

No voy a criticar ningún acto, no es ese mi motivo de escribir de esta fecha, pero no creo que derribar sus estatuas, como se pretendía hacer en la Ciudad de México, o en cualquier localidad del mundo, cambie la historia que hoy vivimos.

Hay que reconocer que si no hubiera sido Colón, pudo ocurrir en otra ocasión, o ser otro de los que se aventuraban hacia lo desconocido, pero no podemos estar aferrados pensando en que el maltrato del que fueron víctimas nuestros antepasados nos hace las personas que hoy somos. Es un conjunto de cosas lo que nos hace mexicanos, cosas buenas y aprendizajes. Muchas.

Por ello, me parece, deberíamos encauzar nuestras actividades de hoy a tratar mejor a las personas, no importa si son indígenas, policías, de cualquier filiación política o género. Rechazar la historia nos hace víctimas de nuestros errores.

De verdad que apostar por no poner estatuas si no escuelas donde nos enseñen a tratar bien al otro, a encauzar nuestros odios, a no destruir lo ya construido, a protestar sin herir, a tener mejor cultura cívica, a tener empatía, eso nos haría mejores, dignificaría a quienes somos.

Y es que no sólo físicamente cuando un grupo de personas, sin importar el motivo, se reúnen a protestar para conseguir algo más allá de dejar un mal recuerdo por los destrozos que provocan en su camino es lo que me preocupa y podemos ver las manifestaciones no sólo en México.

En los mundos paralelos en los que hoy convivimos, como en Twitter, se pueden leer un sinfín de mensajes llenos de resentimiento que no alimentan o proponen nada alterno, solamente el rencor de sus corazones, ni siquiera de sus mentes.

Alguien decide escribir su opinión y las huestes de quien sea el criticado en cuestión jamás interrogan o aportan, sólo ofenden, desde lo personal, al escritor sin siquiera aportar alguna frase que pudiera comenzar un diálogo.

Entonces deberíamos aprender de la historia para no repetir los mismos errores, realmente comenzar por no llamar mayitas a los indígenas que nos dieron origen, o por lo menos a mí, porque eso sí es despectivo, por defender a las mujeres en vez de grabar cualquiera que sea la escena, por no dejar a los niños en la calle, por no dañar a los animales. Nadie necesita derribar estatuas, necesitamos cambiar nuestras formas.

Hoy aprovecho que es lunes para celebrar la historia y los cumpleaños de mis adoradas Doménica Castilla, Margarita Morales y Silvia Canto. ¡Qué sea feliz!  

Lo más leído

skeleton





skeleton